01 ene. 2025

Se perfila un 2025 desafiante

Termina el 2024 con un buen desempeño de la economía paraguaya, cumpliéndose en gran parte las perspectivas que teníamos a fines del año pasado.

La cosecha de soja fue muy buena, rondando las 10.7 millones de toneladas, pero la de maíz no lo fue tanto; y la producción de energía de las hidroeléctricas cayó en más del 20% por el bajo caudal del río Paraná. El precio internacional de la soja cayó un 25%, pero el del arroz aumentó en un 27%. La carne tuvo un buen año, tanto en volumen de exportación como en precio y el buen desempeño del crédito bancario dio un fuerte impulso al consumo de bienes durables. Por otro lado, la política económica del Gobierno de Milei en Argentina tuvo un efecto colateral positivo en nuestro país, al desaparecer los incentivos al contrabando que se derivaban de la brecha cambiaria entre el dólar blue y el dólar oficial, y repuntaron las ventas del comercio minorista, así como la recaudación tributaria en nuestro país. Sin embargo, en el Brasil, las dudas del Gobierno de Lula Da Silva respecto a la aplicación de una política fiscal de contención del gasto público desembocaron en una pérdida de confianza en la política económica, reflejada en una depreciación del Real brasileño superior al 20%, que impactó negativamente al comercio fronterizo de nuestro país de agosto en adelante.

Así, el 2024 está terminando con un crecimiento del PIB cercano al 4% abarcando a la mayor parte de los sectores económicos, una tasa de inflación del 3.6% inferior a la meta del BCP, una expansión importante del déficit en la cuenta corriente de la balanza de pagos externos y una depreciación del 7% del Guaraní, superior al proyectado. Por su parte, la política macroeconómica se presentó con una postura mixta. La política monetaria inicial fue levemente expansiva, pero terminó siendo contractiva hacia finales de año, por efecto de la venta neta de reservas para contener el tipo de cambio; y una política fiscal que, gracias a la buena recaudación tributaria, fue menos contractiva de lo necesario para cumplir con la meta de déficit fiscal del 2,6% del PIB, comprometido por el MEF en el plan de convergencia fiscal.

Mirando hacia el 2025, este se vislumbra más desafiante. Hasta ahora el desarrollo de los cultivos de soja ha sido muy bueno, pero faltan algunas semanas para asegurar una buena cosecha, y los modelos climáticos indican que un fenómeno de la Niña moderado podría entrar en el primer trimestre. Los precios de nuestros principales productos de exportación se mantendrían en niveles similares al 2024, y la Reserva Federal de EEUU probablemente reduzca su tasa de política monetaria en unos 50 puntos base adicionales, lo que se traducirá en un menor costo financiero de corto plazo. Sin embargo, las políticas fiscal y de oferta expansivas anunciadas por el presidente Trump podrían modificar este panorama y requerir tasas de interés más elevadas, con un dólar fuerte. Por otro lado, el apoyo mayoritario de la ciudadanía argentina a las políticas económicas de Milei le dan el respaldo para completar el proceso de ajuste y eliminar el cepo cambiario, pero difícilmente el gobierno brasileño recupere la credibilidad en la política fiscal, y el real seguiría en terreno débil. Como telón de fondo, el Banco Central del Paraguay decidió reducir la meta de inflación del 4% al 3,5%, y la política fiscal seguirá siendo contractiva en el margen para reducir el déficit del 2.6% al 1.9% del PIB, dentro del plan de convergencia fiscal. Sin embargo, si el déficit en cuenta corriente de la balanza de pagos continúa en niveles altos, podría requerir una política monetaria más contractiva para reducir el ritmo de expansión del gasto agregado y limitar la pérdida de reservas internacionales.

El 2024 ha sido un buen año para la economía del país como habíamos proyectado inicialmente, pero el 2025 se perfila más desafiante, con un escenario externo poco favorable y los efectos inciertos del fenómeno de La Niña en ciernes. Si la cosecha de soja resulta similar a la zafra anterior, proyectamos que el crecimiento del PIB real estaría en torno al 3.7%, la tasa de inflación en alrededor del 3.7% en su trayectoria hacia la nueva meta fijada por el BCP, y la presión alcista del dólar seguirá siendo elevada, dada la necesidad de corregir las cuentas externas, la propia fortaleza del dólar y la debilidad del real.

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