Esto durante la misa que se realizó ayer en la iglesia de La Encarnación y en la que señaló que en el Vía Crucis “Jesús vivió la injusticia, la fragilidad, la impotencia y caída del inocente aplastado por la crueldad y ambición de los poderosos”.
En ese contexto, cuestionó la situación de la justicia en el país: “¿Se sigue condenando a inocentes, como Jesús, y se libera a los criminales como Barrabás? ¿Siguen dictándose sentencias preparadas de antemano por los poderosos, en la oscuridad de la noche?”.
Denunció también “la mafia de los pagarés”, que “evidencia una orquestación de los poderosos para despojar de sus escasos recursos a los más débiles de la sociedad”, así como el dolor de “una madre al llorar por la pérdida de un hijo por negligencia médica”, lo que representa “una espada mortal atravesada en otras madres y familias”. ‘‘Este duelo se agrava por la frustración de sentir que el sistema de salud, que debería ofrecer protección y cuidado, ha fallado’’.
Sobre la exclusión de los pueblos indígenas dijo que a este sector ‘‘se los desnuda y ahoga en su espacio vital y no pocas veces con procedimientos amañados y actitudes indolentes” y resaltó que junto con Jesús, ‘‘los pobres de nuestro pueblo gritan: ‘Tengo sed’. Hay sed de justicia, de mayor equidad, de igualdad ante la ley, de protección social”.
Recordó a los fieles que el padecimiento de los pobres, de los más pequeños, de los excluidos y descartados de nuestra sociedad, ‘‘es el padecimiento de Jesús mismo”, expresó.
Finalmente, pidió a Nuestra Señora de los Dolores que “nos ayude a una conversión sincera de nuestro corazón y que pongamos todos nuestros dolores e intenciones al pie de la cruz, con la firme esperanza en la Resurrección”.
De esta manera el Cardenal marcó el inicio de las actividades litúrgicas y de religiosidad popular de la Semana Santa.
Tras la misa, los fieles iniciaron la procesión por las calles del microcentro capitalino, rememorando la pasión y muerte de Jesús acompañado por el purhaéi asy y jahe’o, es decir, los cánticos de dolor y lamento de los Estacioneros.
A lo largo del trayecto, se realizaron paradas en cada estación donde se rememoraron los momentos de Jesús camino a la cruz y que culminó frente a la Catedral.