La actividad no pretendía ser una sesión de peluquería, sino una oportunidad para establecer vínculos de confianza, ya que, como recordaron las organizadoras de Mujeres Libres de Violencia en un comunicado, el cabello de otra persona solo se acaricia cuando existe cercanía.
Sentadas en grupo bajo los árboles de la plaza, mujeres de todas las edades soltaron sus cabellos y se fueron intercambiando peines, coleteros, horquillas y flores para adornar las trenzas, coincidiendo con la conmemoración del Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer.
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Ángelica Gamarra, una de las participantes, comentó a Efe mientras trenzaba la larga melena canosa de otra compañera que la intención de esta iniciativa es apoyarse “un poquito para poder volver a tener esa confianza que varias compañeras ya perdieron y, también, para ser la voz de las que no están”.
“Es el kunu'ũ (abrazar, arropar, en guaraní) que le damos a la compañera para sostenernos dentro de tanta violencia. Es como decir que hacemos la contra a tanta violencia”, afirmó Gamarro antes de culminar el peinado con una flor naranja.
Cada mechón que cruzaban en sus trenzas hacía frente a los distintos tipos de violencia, desde la física, la más visible, hasta las que pasan desapercibidas, como la sicológica o la económica.
“Todos los días estamos viendo el maltrato, la violencia, el feminicidio... Vamos a hacer la contra de esto hacia el lado bueno, donde nosotras nos mimamos, mimamos a la compañera y tratamos de identificarnos para que el día de mañana podamos cuidarnos todas, para estar fuertes y tener confianza”, dijo Gamarro.
Confianza, autoestima y apoyo fueron trenzándose a lo largo de la mañana entre estas mujeres, algunas conocidas y otras no, pero todas dispuestas a que sus compañeras acicalaran sus melenas para tejer esa red de sororidad.
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Más allá de establecer lazos, estas acciones también son una llamada de atención para recordar que en la lucha contra la violencia machista no existe la posibilidad de bajar la guardia.
En el caso de Paraguay, hablar sobre el maltrato o la violencia intrafamiliar todavía se considera un tabú en muchos ambientes e incluso existen algunos tipos de violencia que se encuentran normalizados entre buena parte de la sociedad.
Por eso, algunas como Miriam Medina, otra de las mujeres que acudieron este lunes, insistieron en que “falta muchísimo (por hacer) en Paraguay” y no quieren “que se pierda todo eso que ya se conquistó".
“Si de repente nosotras dejamos esto, va a haber un retroceso”, recalcó.
Uno de los avances es que la sociedad comienza a detectar las situaciones de abuso y de violencia, un paso que también proporciona respaldo a la mujer que decide a denunciar o salir de situaciones de maltrato.
Ese es uno de los cambios que ha notado María Teresita Sánchez Flores, del pueblo nivaclé, en el Departamento de Boquerón, para quien el propio reconocimiento de la mujer violentada “es reciente, porque en años anteriores era como prohibirle a la mujer que se queje”.
“Eso en las generaciones anteriores se ocultaba mucho, la mujer era alguien que tenía que absorber distintas situaciones que a ella misma le costaba mucho llevar y sobrellevar”, recordó.
A pesar de estos logros, Sánchez Flores expresó un deseo mucho más simple, pero a la vez el pilar de todo lo demás: que la mujer sea valorada y reconocida como persona.
“La mujer en sí se merece todo el respeto. Debemos analizar el porqué de la desvalorización hacia la mujer”, zanjó.
En este Día contra la Violencia de Género, Paraguay registró un nuevo asesinato de una mujer a manos de su pareja, con el que el número de feminicidios hasta noviembre se sitúa en 33.