02 ene. 2025

Se va un año macroeconómico mediocre para la microeconomía

El año 2024 se va con un buen nivel de crecimiento económico y una proyección para 2025 que, aunque más baja, sigue siendo interesante. No cabe duda de que, desde el análisis macroeconómico, el anuncio del grado de inversión para Paraguay es también un buen resultado. Sin embargo, otros aspectos macroeconómicos en el marco de la política fiscal son signos de alarma, como las bajas recaudaciones tributarias en un contexto de alto endeudamiento público y la limitada calidad del gasto. La inflación de alimentos, combinada con reducidos ingresos laborales, también debería preocupar, ya que estos indicadores afectan de manera directa el bienestar económico de la población.

Los buenos resultados económicos para este año eran previsibles, dadas las proyecciones realizadas en 2023. Sin embargo, también eran previsibles los magros resultados a nivel microeconómico, ya que no se previeron cambios en la estructura económica que permitan mejorar las condiciones de vida para la población, así como tampoco en las políticas públicas.

El Censo 2022 muestra las profundas transformaciones de la sociedad, como progresiva urbanización, reducción de la fecundidad, aumento de la jefatura de hogar femenina y cambios en la estructura de los hogares y familias. Esto es el reflejo de los cambios culturales y aspiracionales de la juventud y de las mujeres, lo que exige a la economía y a las políticas públicas una rápida adaptación.

El modelo de crecimiento económico permanece casi sin cambios, tanto en la estructura productiva como en la productividad. Esa matriz enfrenta problemas para generar empleos e ingresos en la cantidad y calidad requerida por los cambios demográficos y sociales.

Las políticas públicas no acompañaron estos procesos en la medida necesaria. Los años promedio de estudio están aumentando, pero no logramos universalizar la cobertura ni mejorar la calidad, factores determinantes de la oferta laboral y la productividad. La educación formal en la niñez y juventud ya no es suficiente para competir en una economía tan abierta y globalizada como la paraguaya. El esfuerzo en la educación continua dedicada a aumentar el capital humano de los trabajadores es mínimo, incluyendo los programas de educación de adultos.

De esta manera, la apertura económica de Paraguay absorbe todas las desventajas como la dependencia de factores internacionales, pero sin aprovechar las ventajas de un mundo que demanda cada vez más bienes y servicios con altos estándares de calidad.

Las oportunidades que se generan al llegar al grado de inversión también encontrarán obstáculos. Sin capital humano ni buenos servicios públicos, ese indicador solo nos servirá para endeudarnos más, sin que ello repercuta en la mejor calidad de vida y, al contrario, terminemos imponiendo el pago de la deuda a la juventud que no formamos adecuadamente.

Paraguay es uno de los países de menor gasto público social en la región, lo cual explica en gran medida el magro desempeño educativo. Adicionalmente, debe mejorar la calidad del gasto. No existen políticas de desarrollo productivo dirigidas a ampliar las oportunidades económicas ni fomentar un mejor funcionamiento de las mpymes, principales generadoras de empleo a nivel nacional. La industria no cuenta con una política, siendo el sector que mayor proporción de empleo formal genera. Las intervenciones en agricultura familiar, si bien existen, no tienen los resultados esperados en coherencia con los recursos públicos invertidos, lo cual impacta en los altos niveles de precios de los alimentos.

A los tradicionales problemas que introducen inestabilidad en el desempeño económico, como la dependencia externa y las inclemencias climáticas, se agrega la agudización de la crisis climática.

Esperemos que el año 2025 encuentre a las autoridades con mayor capacidad para diseñar e implementar una estrategia de desarrollo. Las autoridades deben superar la visión del crecimiento como un fin en sí mismo y considerarlo como un medio para el desarrollo. Si el incremento del producto y la política fiscal no conducen a mejores condiciones de vida y mayores oportunidades económicas no sirven. Esta premisa debe estar en el centro de cualquier propuesta de política pública.

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