18 sept. 2024

Semidioses enterrados

A unos 20 kilómetros de Bahía Negra, restos de un pueblo antiquísimo y desconocido empiezan a emerger de la tierra. Descubiertos casi por azar, los huesos de los humanos más antiguos del Gran Chaco guardan historias que se mezclan con los mitos chamacocos.

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Los guerreros yshyr esperaban agazapados. Ashnuwerta les había asegurado que los ahnabsoros eran vulnerables; había que golpearlos en el tobillo, donde tenían la garganta, para matarlos. A una señal del polohtet, los atacantes cayeron sobre los sorprendidos semidioses. Los antiguos maestros y amigos ahora ya no lo eran. La matanza había comenzado.

Gherardo La Francesca es un diplomático italiano aficionado a la arqueología, a quien el cacique ishir ybytoso Bruno Barras le había contado esta historia transmitida a través de sus mitos. En Karcha Bahlut, a 20 kilómetros al sur de Bahía Negra, Alto Paraguay, el río solía dejar al descubierto, en la tierra erosionada, restos de huesos. El relato del jefe aseguraba que pertenecían a los ahnabsoros.
Era la segunda vez que La Francesca visitaba Karcha Bahlut, donde los ishir ybytoso conforman una comunidad. La presencia del italiano tenía que ver con la recopilación de informaciones sobre la cultura de los ishir, encargada por el museo etnográfico Luigi Pigorini, de Roma.
Este museo, el más importante de Italia en su tipo y uno de los más grandes de Europa, guarda muestras del arte chamacoco (como son conocidos los ishir) y fotografías de miembros de la etnia que el científico e investigador Guido Boggiani había llevado a finales del siglo XIX.
“El museo Pigorini estaba muy interesado en tener informaciones sobre esas obras, sobre todo algunas piezas de arte plumario que son una maravilla; parecen hechas hace una semana, porque fueron muy bien conservadas, están en un estado impecable”, cuenta con entusiasmo La Francesca.
Aunque aficionado, el diplomático coordinó los trabajos de la misión etnográfica italiana. Antes había ayudado a crear un contacto entre el museo y los ishir. El interés de los europeos radicaba en el hecho de que las piezas tienen para el pueblo chamacoco “una significación muy importante, muy compleja, porque están relacionadas con algunos ritos y con la mitología”.
Beneficio mutuo
A cambio de la ayuda de los ishir, los italianos les proporcionaron fotografías en alta definición de los objetos que sus antepasados hacían hace 120 años, “las que también tienen su significación e importancia para que no se olviden ni pierdan esas capacidades y sensibilidad artísticas”.
La Francesca escuchó de boca de Barras cómo los ishir conocieron a los ahnabsoros, a quienes consideraban semidioses, y que les habían enseñado el uso de tecnología más avanzada para cazar y pescar. Los ahnabsoros, que ya habitaban el lugar a la llegada de los ishir, habrían sido una etnia más avanzada con quienes los recién arribados convivieron en armonía, al menos al principio.
En algún momento, la relación entre ambos pueblos se desgastó y empezaron los conflictos. La leyenda dice que el disgusto de los ishir comenzó cuando los ritos iniciáticos para los jóvenes chamacocos, que los ahnabsoros les habían impuesto, ganaron en peligrosidad.
Quebrada la relación, los ishir recibieron la ayuda de la diosa del agua Ashnuwerta para exterminar a los ahnabsoros, de cuyo pueblo también era integrante la deidad. La masacre exterminó a los viejos maestros y sus huesos fueron a parar al túmulo funerario de Karcha Bahlut.

El otro lado de la colina está lleno de conchas de caracoles, el alimento principal de los ahnabsoros. Precisamente, Karcha Bahlut se traduce como Gran Caracol o Gran Conchal, y en ese sitio las crecidas del río suelen dejar al descubierto los restos que probablemente pertenezcan a los altivos ahnabsoros.

Solo el temible Nemur sobrevivió a la masacre. Los cuerpos se amontonaban en el lugar en donde había tenido lugar el ataque. Sus poderes no les ayudaron a los semidioses a salvarse. Pero a Nemur sí le servirían. En su huida tomó un caracol y con él generó una fuerte correntada que llenó el cauce, creando el río Paraguay. El semidiós quedó en la orilla opuesta a la de sus perseguidores. Había sobrevivido, y lanzó una maldición.

La Francesca fue a investigar y no tardó mucho en desenterrar algunos huesos humanos. Los envolvió cuidadosamente y se los llevó. Más tarde le informó a la ministra Mabel Causarano de su hallazgo y obtuvo la autorización para enviar los restos a Roma, para que los expertos los analizaran.
De Roma los huesos fueron a Estados Unidos para ser sometidos a la datación mediante el carbono 14. Los resultados fueron tan inesperados como fascinantes: los restos óseos pertenecían a un ser humano que había muerto hace al menos 2.000 años, lo que los convertía en los más antiguos descubiertos hasta el momento en el Gran Chaco, la gran planicie que se extiende por Paraguay, Argentina, Bolivia y Brasil.
Sorpresa
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¿Pertenecen los huesos hallados en Karcha Bahlut a los ahnabsoros? ¿Qué aspecto tenían los miembros de este pueblo desconocido? ¿De dónde venían? La ciencia pide la palabra.

En esta vasta región se han descubierto ya unos 40 asentamientos humanos y en ninguno se han encontrado restos tan antiguos como los de Karcha Bahlut, hasta ahora, cuando una misión que tenía como finalidad recopilar informaciones sobre los ishir dio, casi por azar, con un tesoro inesperado y de implicaciones todavía con alcances desconocidos.
“Esto es solo el comienzo, pero es un buen comienzo”, afirma La Francesca. Ya se encuentra gestionando la venida de un grupo de científicos italianos para trabajar con sus pares paraguayos, empleando el más avanzado instrumental arqueológico.
“Ya hablé con la ministra Causarano y ella está muy entusiasmada con esta posibilidad que se abre. Según ella, siempre tuvieron sospechas de que el Gran Chaco estuvo habitado desde hace milenios por alguna cultura antigua. Es un territorio llano, de fácil acceso, y es poco creíble que haya estado deshabitado hasta hace solo cientos de años”, señala La Francesca.
El italiano reitera que no es un experto en arqueología ni en etnología, pero afirma que, de acuerdo a su experiencia, no hace falta llevar a cabo grandes excavaciones en Karcha Bahlut. “La arqueología hoy es capaz de obtener informaciones con técnicas focalizadas, analizando muestras de terreno, restos de animales. Los científicos esperan encontrar algo más que restos humanos, también utensilios y otros objetos”, agrega.
“Estoy seguro de que vamos a tener otras sorpresas. Esa es mi esperanza”, asevera La Francesca. El italiano mezcla su pasado diplomático y su afición por la arqueología en sus ambiciones. Espera contribuir a las buenas relaciones entre su país y Paraguay a través de la colaboración científica y cultural.

Por eso confía en que lo que esconde la colina de los caracoles ponga a nuestro país en el mapa arqueológico mundial. “Esto puede llegar a tener una gran significación para el Paraguay y para la historia de la humanidad”, asegura.

Desde la otra ribera, Syr contempla a Nemur. “Puedes seguir huyendo, pero siempre estarás solo”, le augura el guerrero yshyr. La maldición del ahnabsoro ahora se hace audible para su perseguidor. “Aunque tu pueblo es numeroso, queda obligado a cumplir los rituales que le enseñamos. Si no lo hace, sus enemigos, las enfermedades y el hambre lo extinguirán lentamente”, maldice Nemur. Ashnuwerta les dio la clave a los ishir para exterminar a los ahnabsoros. Cumplida la tarea, la diosa no abandonó al pueblo sobreviviente. Les dio a sus miembros las instrucciones para sobrevivir a la maldición: las mujeres no debían enterarse de la desaparición de los ahnabsoros, y para ello los hombres debían disfrazarse como los semidioses en los rituales.

En las pinturas y en las ceremonias actuales de los chamacocos, los ahnabsoros siguen presentes. Los chamanes todavía se pintan y se visten como los semidioses. Las enfermedades, el hambre y los enemigos todavía acechan a los ishir, pero ellos siguen ganando la lucha por la supervivencia. Para ellos es más que un rito.

Fotos: Javier Valdez y Gherardo La Francesca.

Para entender mejor

Ashnuwerta (también Eshönewörta) es la diosa del agua.
Nemur: el dios del bosque.
Una tercera deidad es Pauchata, la diosa del aire.
Pölohtet: dirigía a los pölohto hnedeio (grandes jefes guerreros).

Ahnabsoros (también ahnapzöros o anapsoros): dioses o semidioses que enseñaron a los ishir a cazar, fabricar herramientas y los rituales. No tenían facciones en el rostro, eran de aspecto extraño y de carácter terrible.

Familia corta

Los ishir (personas), también conocidos como yshyr, ishiro, entre otros, son un pueblo originario que habita la margen derecha del río Paraguay en el Chaco Boreal. Se dividen en los ishir ybytoso y los ishir tomáraho. Estos últimos, al contrario de los ybytoso, permanecieron aislados de los blancos y pudieron mantener sus creencias y sus ritos.

Esto recién comienza

Las preguntas esperan respuestas. ¿Pertenecen los huesos hallados en Karcha Bahlut a los ahnabsoros? ¿Qué aspecto tenían los miembros de este pueblo desconocido? ¿De dónde venían? ¿Eran de origen asiático, europeo o africano? La ciencia pide la palabra.