Lo importante es que uno o dos dedos de espuma protejan el líquido. Esto evita que la cerveza se oxide y ayuda a retener y resaltar los aromas, según una publicación del sitio Cervecear, de España.
Explican en el sitio que la importancia de la espuma radica en que es señal de buena fermentación, debe descomponer los azúcares y el almidón en alcohol y gas carbónico. Debe ser brillante y, antes de desvanecerse, dejar huellas de su paso por el vaso al acumularse en aros en las paredes del recipiente.
Los buenos cerveceros también recomiendan la utilización de jarras de cerámica, aunque lo ideal sería utilizar recipientes de vidrio, para aprovechar la transparencia para controlar el paso de la espuma por la bebida.
De los envases de vidrio, la copa es mejor porque se puede atajar por el pie, evitando así que se caliente la cerveza.
En cuanto al modo de colocar el vaso antes de servir, se recomienda tener cuidado con la forma en que se introduce el grifo o el cuello de la botella cerca de una de las paredes laterales de la copa, que debe inclinarse ligeramente a unos 45º.
Cuando el líquido y la espuma alcanzan el borde de la copa, es conveniente parar un momento para que la espuma descienda ligeramente y, a continuación, volver a verter la cerveza hasta que se llene el recipiente. Es importante también controlar que la copa no se desborde y evitar que la cerveza se derrame por fuera de ella.
Las cervezas rubias más populares deben consumirse a una temperatura no inferior a los 4º C.