Al cerrar el año es buen momento de realizar evaluaciones del recorrido realizado y proyectar las metas del año que se inicia con los talentos que el Señor nos ha concedido en su infinita bondad. Sin embargo, en muchas ocasiones, incluso de manera inconsciente, nos concentramos en lo no logrado, en aquello anhelado que no se ha llegado a concretar, de los muchos objetivos que quizás nos habíamos propuesto hace 12 meses.
Quizás esa ingratitud manifiesta se basa en el estrés propio del cierre de año, donde en lugar de esperar ansiosos la llegada del Niño Dios, estemos inmersos en las innumerables actividades de las semanas festivas que coinciden además con el cierre del año fiscal para la gran mayoría de las empresas. Así, diciembre se destaca por la vorágine causada por los muchos compromisos y obligaciones, tanto laborales como familiares, que nos distraen de lo realmente prioritario, aunque sea el motivo que nos convoca a tantas reuniones sociales en esta época del año: El nacimiento de Nuestro Señor Jesús.
Damos lo que somos, nuestra esencia se percibe a través de nuestras acciones, pero se cimientan en nuestros pensamientos, podríamos deducir entonces que somos lo que pensamos. ¿Cómo convertirnos en personas agradecidas? Considero que, en primer lugar, es clave reconocernos insatisfechos con días cargados de estrés, los cuales usualmente resultan improductivos y, en segundo lugar, definir conscientemente nuestra voluntad de cambiar cultivando una mentalidad positiva.
Los pensamientos y hábitos que fomentan gratitud deben ser adoptados, por ello, recomiendo un ritual al que podamos apegarnos, por ejemplo: Al despertarnos, una pequeña oración de agradecimiento, reconociendo las cosas que a menudo las damos por sentadas y pasan desapercibidas en nuestra rutina diaria. Una persona agradecida no se centra en lo que falta, se enfoca en lo que tiene, valorando la abundancia de lo que posee en su vida.
La reflexión regular sobre las múltiples bendiciones, talentos y logros, por modestos que sean, contribuyen a fortalecer la actitud agradecida, pues nos hace conscientes en el momento presente, alejando la ansiedad del futuro que aún no vivimos. En lugar de lamentarnos por las dificultades que se nos presentan, concentrarnos en la oportunidad de aprendizaje que estas lecciones nos regalan.
A mi criterio, la empatía desempeña un rol crucial en el fortalecimiento de la gratitud, pues al apreciar las contribuciones y esfuerzos de los demás, aumentamos nuestra conexión emocional, fomentando el sentido de comunidad, esto nos permite construir lazos más profundos con quienes nos rodean. Además, la generosidad alimenta la gratitud, crea un ciclo positivo, pues quien hace el bien recibe la alegría que experimenta por su acción.
En resumen, una persona que conscientemente decide fijarse metas con un espíritu agradecido cultivará una mentalidad positiva, centrada en buenas experiencias, haciéndose consciente de sus bendiciones y dispuesta a compartirlas con los demás. Te deseo un año 2024 excepcional. «Siempre den gracias a Dios Padre por todo en el nombre de nuestro Señor Jesucristo» Efesios 5:20.