Raúl Ramírez Bogado
@raulramirezpy
–¿Qué hace la Unidad de protección a las víctimas contra la violencia?
–Tomamos intervención a partir de la sanción de la Ley 5777, donde contempla la figura de la Defensa Pública como actor dentro de los procesos de violencia contra la mujer y se le da el rol de asesoría y patrocinio. Antes, no existía el catálogo de formas de violencia que fue la novedad de esta ley. El patrocinio implicaría ingresar en el proceso como parte. Técnicamente ser parte es exclusivo de la víctima. Para entrar a los casos, se puede hacer vía patrocinio, o sea que un abogado te patrocine y vos sos la que va impulsando o, con un poder especial que, generalmente, se otorga a un abogado particular, donde vos le das esa facultad, pero esa es la representación. La diferencia del patrocinio es que siempre se requiere la presencia de la víctima. Y, en cuanto al juzgado de Paz, no es obligatorio tener abogado. Cualquier víctima de violencia puede acudir a un juzgado de Paz, pero siempre es mejor que lo haga con un entendido en la materia para velar y cuidar sus intereses.
–¿Hay cierta contradicción al litigar contra colegas defensores que están por los agresores?
–Eso es algo que se da desde que surgió la Defensa Pública. Por ejemplo, en el fuero Civil, la parte actora y la demandada también son representados por defensores públicos. En el fuero de la Niñez, cuando un padre pide modificar el régimen de relacionamiento o convivencia o cuando una madre pide asistencia alimentaria, muchas veces son patrocinados por defensores y la demandada también. Lo importante es no chocar dentro del mismo fuero, porque nosotros litigamos como un fuero contra la violencia.
–¿Asisten solo a mujeres?
–En nuestra unidad no asistimos a hombres víctimas de violencia. Sí, lo hacen otras dependencias de la institución. Asistimos exclusivamente a mujeres en las 15 formas de violencia contempladas en la Ley 5777. Ahora bien, lo que no discrimina es si el agresor es hombre o mujer. Eso ya no tiene nada que ver. Y no porque sea mujer la agresora, le va a tener a la defensoría de protección de víctimas de violencia, sino que le asisten defensores civiles.
–¿Cuáles son los casos más comunes que se dan ahí?
–Las formas de violencia más frecuentes son la sicológica y la intrafamiliar. En tercer lugar, las físicas. Es lo que ocupa el mayor porcentaje. El tema es que, al tener una estadística, hay que entender que, cuando una mujer viene a denunciar, en su relato pueden haber diversas formas de violencia. Raramente viene una sola. Denuncia violencia física y sicológica. O violencia física, sicología e intrafamiliar, que es lo más común, la que se da en el seno familiar. Entonces, cuando viene la víctima y te cuenta los hechos, vos vas marcando e identificando dentro de tu catálogo, porque la víctima generalmente no conoce la legislación. Nosotros somos las personas técnicas que hacemos ese abordaje. Según el relato, vamos viendo en qué hechos se pueden ir subsumiendo. Porque es difícil que uno llegue a una violencia física sin que no haya existido una violencia sicológica. Porque la mujer dice que le pegó, y le preguntás, y te maltrató antes, sí. Entonces, ya hay violencia sicológica y física. Pero si hay esa violencia, o sea, la sicológica ya estás previendo la física, porque sí o sí va a desencadenar eso. Hay alta probabilidad y lo mismo para la física respecto al feminicidio.
–¿Es gradual?
–No sé si recordás lo de esa publicidad. El famoso ciclo de violencia. Ahora te llega un ramo de flores y le perdonás. El arrepentimiento. Hay un ciclo que es como un patrón que no se da en todos los casos. Pueden haber casos donde de la noche a la mañana, te topás con un sicópata y el tipo es súper, buena onda, y mata, pero no es lo frecuente. Por lo general, hay un ciclo previo donde él comienza a celar, empieza la agresividad. La persona primero tiene que conquistar el corazón de su víctima. Uno no va a ir de la noche a la mañana a ser agresivo, porque no va a querer estar contigo. Entonces, le conquista primero. Es un novio o novia ejemplar. Pero cuando hablás de violencia familiar se da progresivamente. Como se dice, el famoso “va mostrando las garras”.
–¿Quiénes son los más denunciados?
–Son las parejas, la ex pareja, los varones. También un gran porcentaje de otros parientes y mujeres, por ejemplo. El núcleo familiar categóricamente. El novio, ex novio, marido, ex marido, ex concubino, son los predominantes. Pero hay otra arista no menos importante, algo que trabajamos con la Fiscalía, que es el tema de las adicciones. Porque es un problema que los adolescentes, incluso adultos, se tornan agresivos por la abstinencia o por querer consumir. Entonces ¿qué es lo que empiezan a hacer? A robarle a su abuela, a su mamá. A empeñar lo que hay en la casa y eso genera un foco de conflicto. Entonces, generalmente donde hay un adicto, hay violencia familiar. Difícilmente es que no exista un hogar donde haya un adicto y no se cree ese foco de conflicto. Porque al empezar a robar, a tocar, eso genera problema. El consumidor se pone agresivo cuando está bajo los efectos o cuando le falta la droga y el no consumidor que tiene que tolerar se pone agresivo cuando se le roba sus cosas, etcétera.
–¿Y el porcentaje de mujeres que al final desiste?
–Es altísimo. Una característica de esta forma de violencia es la retractación de la víctima. Eso te pueden decir muchos jueces, en juicios orales incluso, donde vienen y dice la víctima: “Ah, no, me tropecé. Me caí en la escalera. Me fui a jugar vóley... Estaba cocinando y me quemé”. Todas las excusas que puedas imaginar. Esto se puede dar por una situación simple y llana. La presión social en primer lugar. La dependencia emocional respecto al agresor. Por lo general, la víctima tiene una dependencia emocional o si no es la víctima la que tiene la dependencia emocional, tiene personas dependientes, que son sus hijos y éstos no quieren verle a su papá en la cárcel. Puede haber un buen relacionamiento con su suegro y su suegra y éstos le piden que, por favor, deje. Ahí, la víctima siempre se retrotrae. Por lo general, es porque vuelven a estar en pareja, con el agresor, pero muchas veces se dan otros factores externos. Y algo muy importante también es el tema del aspecto económico. Yo estuve en el interior del país, como se dice, tierra adentro, San Pedro. Unos departamentos donde existe una brecha económica bastante diferente a la capital. Había muchas mujeres que eran amas de casa, que volvían porque al cuarto o quinto día de su agresión no estando en la casa o estando preso, como se dice, no tenían que comer. Entonces, entra la desesperación. Una situación bastante peculiar que uno tiene que ir en el abordaje acompañado con políticas públicas. Ojalá se pueda llegar por lo menos a un subsidio en algún punto. Eso va a ser muy importante. Que las mujeres víctimas de violencia, cuyos agresores se identifican, que son proveedores de la casa, puedan tener alguna asistencia del Estado en cuanto en materia de alimentación, combustible, para el transporte. Yo llamo un subsidio, que engloba todo, un monto que vas usando según tus necesidades.
Defensor Público de Protección Integral a la Mujer contra toda forma de Violencia de Asunción. Especialista en Derecho Penal. Abogado y notario público por la UNA. Especialista en Justicia Constitucional y Derechos Humanos por la Universidad de Bolonia, Italia. Egresado de la Escuela Judicial. Hace 17 años que trabaja en la Justicia.