Vanessa Rodríguez
MISIONES
Rody Amarilla, de 35 años de edad, vive en la Colonia Uruguaya, una comunidad ubicada a 8 km de la ciudad de San Ignacio Guazú, Misiones.
Antes de convertirse en un próspero pequeño agricultor, montó una ferretería; sin embargo, no funcionó debido a los efectos de la pandemia del Covid-19.
Hoy, Rody cuenta que logró producir una gran cantidad de sandías y melones, fuera de época, al combinar voluntad, trabajo, con disciplina y una innovadora tecnología.
Incluso, al obtener estos frutos –que crecen normalmente y se cosechan en noviembre y diciembre–, pudo obtener mejor precio.
Trabaja con dos ayudantes en unas tierras que arrienda para el efecto.
El joven emprendedor ensayó el método del uso de las cajas de abeja en medio de su producción para lograr que las abejas puedan polinizar las flores de la plantación de sandía.
Esto le permitió que los frutos cosechados sean de mayor tamaño. Además, llegado el momento, van a cosechar la miel.
Rody conoció a un hombre llamado Pablo Martínez, quien le presta sus tierras para trabajar en conjunto y producir.
“Yo tenía otro rubro de ingreso, que era la ferretería. Después de la pandemia, tuve que cambiar de rubro y empecé con la agricultura, que es mi pasión”, sostiene.
Empezó –comenta– produciendo cebolla, pero no salió como esperaban.
“Aprendimos de la experiencia”, refiere y pasa a señalar que actualmente –con su ayudante– plantó tres variedades de sandías, totalizando 3.000 plantas.
Además, obtuvo 1.500 plantas de melón japonés y 3.500 plantas de melón nacional.
Para lograr esa cantidad de frutos y de buen tamaño, cuenta que empleó una técnica muy extendida en Brasil y que aprendió en una de las capacitaciones a las cuales asistió.
“Uno de los conocimientos aplicados es colocar colmenas de abejas en medio del cultivo; ellas polinizan las flores y se mejora el calibre de las frutas. Aprendí eso en capacitaciones, es una técnica que se aplica en Brasil”, suscribe.
Los melones se venden a partir de G. 5.000 por unidad y la sandía a G. 5.000 el kilo. El promedio por fruta de la sandía que produce va de 10 a 11 kilos. “El más grande que saqué hasta ahora, tiene 16,3 kilos”, comenta.
A su criterio, es muy trascendental que los agricultores no solo sepan producir, sino también saber vender sus productos para “no regalar sus productos y, por ende, su sacrificio”.
“Al principio, estaba recorriendo con el motocarro para vender y me empezaron a llover los pedidos y ya no podía dar abasto. Por eso, coloqué un puesto al lado del templo de San Ignacio y otro en Félix Bogado, cerca de una estación de servicio”, apunta.
Rody relata orgulloso de que todo lo que consiguieron, hasta ahora, fue sin ayuda del Estado.
“El trabajo lo hemos hecho sin la ayuda del Gobierno. Hemos incluso hecho préstamos buscándole la vuelta. En mi anterior trabajo, aprendí a vender y que debo manejar el precio del mercado. Me considero un vendedor nato, el productor a veces no sabe vender y a causa de eso, muchas veces regala su producto”, remata.