EFE
Estas ranas, del género branchicephalus y que fueron encontradas tras cinco años de exploración, son muy endémicas y viven en unas pocas cimas montañosas de bosques nubosos, lo que las hace especialmente vulnerables a la extinción, sobre todo por el influjo del cambio climático en la distribución de su hábitat.
El branchicephalus es un anfibio que ha intrigado a los naturalistas durante más de un siglo y que se encuentran entre los vertebrados terrestres más pequeños, pues su talla no supera el centímetro.
El hecho de ser tan pequeñas se traduce en una variedad de cambios en su estructura corporal, entre ellos, la reducción del número de dedos.
Además, muchas especies de branchicephalus son de colores brillantes, posiblemente como advertencia de que tienen en la piel una potente neurotoxina conocida como tetrodotixina.
Estas ranas viven en lugares muy limitados debido a su adaptación a un hábitat muy específico, los bosques nubosos, lo que evita que migren a través de los valles y propicia la formación de nuevas especies.
El profesor de la Universidad Federal de Paraná (Brasil) y jefe del proyecto, Mario Pie, indicó que “a pesar de que llegar a muchos de los sitios de campo es agotador, existe siempre un sentimiento de expectación y curiosidad para saber cómo pueden ser las nuevas especies”.
Además, los expertos son optimistas sobre las perspectivas de futuros estudios al considerar que “este es solo el comienzo, sobre todo teniendo en cuenta” que ya se han encontrado especies adicionales y que ahora se está haciendo su descripción formal, explicó el investigador asociado del Instituto Mater Natura de estudios medioambientales Luiz Ribeiro.
Las primeras especies de branchicephalus fueron descritas en 1842 por el naturalista alemán Johan Baptist von Spix y la mayor parte han sido localizadas en la última década