El embajador de los EEUU transmitió con claridad el mensaje de su Gobierno con informes de al menos media docena de agencias que monitorean la criminalidad en el mundo. Cartes no es solo un corrupto ex presidente, sino es alguien significativamente envuelto en varios delitos que van desde obstruir la Justicia para aclarar delitos, estar envuelto incluso con el terrorismo internacional. Nunca antes un político local había concentrado tantas acusaciones juntas que acabaron por incluir a sus hijos en las restricciones de ingreso a los EEUU. Ahora todo acabó. No solo para él, sino para el movimiento político que creó soberbiamente con las iniciales de su nombre y apellido y que lo disfrazó con las palabras honor y colorado. Las dos cosas de que presumió nunca las tuvo. Después del viernes negro para él y sus adherentes, se pone final a una década donde el dinero suyo prostituyó tanto que convirtió al Paraguay en un gran prostíbulo.
Significativamente ha sido quizás el más difícil obstáculo que tuvo la democracia paraguaya por vencer desde 1989. Los anteriores acabaron en una década también y de manera trágica. Argaña y Oviedo se fueron en 1999. El primero asesinado supuestamente por orden del segundo que emprendió una fuga larga por varios países latinoamericanos hasta retornar por pedido de Duarte Frutos, para dividir el voto opositor de Lugo cuando ocurrió todo lo opuesto. Acabó también en un accidente de helicóptero en Concepción. Cartes pretendió prolongarse en el tiempo. El mensaje de la no reelección vía enmienda no acabó con él, sino lo proyectó en la derrota esperada de su delfín liberal Santiago Peña. Se convirtió en un factor de poder apoyando a Abdo para evitar el juicio político por el acto de Itaipú. Continuó significativamente en los mismos negocios. Brasil intentó frenarlo, pero la Justicia del vecino país se parece mucho a la nuestra. Tuvo que venir la americana para acabar con una década donde hubo desde pagos mensuales a legisladores y una absoluta sumisión de la Fiscalía, Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados, Policía, Seprelad y otras varias instituciones a las que significativos montos de dinero acabaron por darlos de comer desde su mano generosa y abundante. Se pretendió inútilmente cortar su vínculo con Sandra Quiñónez, significativamente cómplice con él y sus casos, pero no se pudo. Se volverá a intentar ahora. Acabó con el sector de Llano y sus liberales a los que hundió en el descrédito más abominable y no le alcanzaron sus medios ni recursos ante EEUU, que lo calificó de lo peor que puede cargar alguien sobre sus espaldas.
Cartes acabó como jugador político. Ahora deberá esperar lo peor en términos de justicia transnacional. Su movimiento dejó de existir y, por supuesto, ni Alliana ni Peña tienen alguna opción de continuar en carrera. Ulises Quintana sabe más que nadie que con el san Benito de corrupto no se pueden ganar elecciones. Miles evitarán inmolarse con Cartes y dentro de poco ya olvidarán su rostro, su nombre y su dinero. Una etapa más de la transición paraguaya acaba y con ella va el peor modelo que hemos tenido que enfrentar: El dinero sucio que acabó con la dignidad y la honra de muchos. Significativamente corrupto es el peor de los tatuajes que alguien pueda tener en la frente. Es un muerto en vida cuyos movimientos futuros arrastrarán a otros en un final absolutamente claro y cierto: Game over. Se acabó el juego de Horacio Cartes y su plata. Es probable, como consecuencia, que renazcan la dignidad, la esperanza y la confianza de un país significativamente nuevo.