Sin lugar a dudas, muchas de las libertades que hoy disfrutamos es posible gracias a su compromiso cívico y coraje. Luchadores como Carmen Casco de Lara Castro deberían ser recordados siempre y en las escuelas honrada, para que la tomen como lo que fue, un ejemplo de honestidad y valor.
Apodada cariñosamente como “Ña Coca”, fue una de las más grandes luchadoras a favor de los derechos humanos durante la dictadura stronista, creadora de la Asociación Cultural de Amparo a la Mujer, en el año 1962, y fundadora de la Comisión Paraguaya de los Derechos Humanos, en 1967. Soportó persecuciones, pero nunca se doblegó.
Nació el 17 de junio de 1918, siendo sus padres Fermín Casco Espín y Lydia Miranda Cueto, hermana de Julia Miranda Cueto, luego esposa del Mariscal José F. Estigarribia.
Su formación académica se inició en el Colegio María Auxiliadora, luego estudiando magisterio, desempeñándose como Profesora en el Colegio de La Providencia. Casada con Mariano Luis Lara Castro, en el seno de su matrimonio nacieron 6 hijos, todos varones: Luis, Jorge, Fernando, José, Fermín y Martín.
Sus vivencias cercanas al quebrantamiento a derechos elementales se dieron a muy temprana edad: al finalizar la Guerra del Chaco, y con la destitución de Eusebio Ayala. Su tío José Félix Estigarribia fue apresado y luego exiliado. Esta situación la marcó profundamente y sería el punto de inicio de su recordada lucha.
VIDA POLÍTICA
En 1942 el Partido Liberal fue proscrito por disposición del Gral. Morínigo, entonces Presidente de la República, nucleación política a la cual pertenecían ella y su marido.
Las condiciones de persecución que se iniciaban, fue desafiado por “Coca”, en que ser opositor equivalía a comunismo, precisamente en el período en que desde el exterior se promovía la defensa del “modo occidental y cristiano” contra “la amenaza roja” por la vía de la promoción de las dictaduras.
Esto no mermó su determinación, iniciando su vida política ya bajo el Gobierno del Gral. Stroessner, pero no una vida política meramente partidaria, sino más amplia, haciendo política de género.
En aquel entonces, los derechos políticos y civiles de la mujer aún no habían sido equiparados al del varón, a lo que se unía una cultura machista, que se traducía en no pocos casos, en maltratos domésticos que no encontraban eco en autoridad alguna. Doña Coca prestaba a sus congéneres asistencia de todo tipo.
Esa década, caracterizada por la violencia, persecuciones, torturas y cientos de muertes a opositores al régimen. Valiente y activa militante, Carmen se desempeñó como diputada por dos periodos en representación del PLRA.
Desde su banca luchó con ahínco denunciando las torturas y los abusos, reclamando por la liberación de los prisioneros políticos y las libertades públicas, tal es así que irritaba al régimen.
Su deseo era, antes que nada, hacer valer los derechos de la mujer paraguaya, por lo que empezó a trabajar afanosamente con el objetivo de formar una asociación cuyo fin fuese la promoción de la dignidad femenina, asistiendo a madres solteras y proporcionando apoyo jurídico.
A este efecto, junto con un grupo de mujeres que tenían las mismas intenciones y formas de pensar fundaron la asociación cultural de Amparo a la Mujer, en el año 1962, cuya sede estaba ubicada en la calle Oliva casi Chile de la Asunción.
Entre las damas que colaboraron en aquel entonces se recuerdan las figuras de María Campos Cervera, Beatriz Méndez de Prieto, Mary del Pino y María Elena de Pérez, entre varias otras.
Las ideas sobre los derechos de la mujer que propugnaba esta asociación consiguieron una serie de leyes incluidas en el código laboral como la igualdad de salarios y derechos en la maternidad entre otros logros, valores que en épocas pasadas no eran reconocidos.
De hecho, por iniciativa de Doña Carmen Casco de Lara Castro, se presentó el proyecto de Ley para conmemorar cada 24 de febrero el “Día de la Mujer Paraguaya”, en memoria de la 1ra Asamblea de Mujeres Americanas celebrada en Asunción el 24 de febrero de 1867.
Trabajando de cerca con las historiadoras de la Academia Paraguaya de la Historia, aunque la propuesta estaba enmarcada en la celebración de la entrega de joyas de 1867, Doña Coca resaltó la participación pública de las mujeres en las asambleas populares y el pedido del reconocimiento como “conciudadanas” que se instaló en Asunción aquel febrero, en plena Guerra contra la Triple Alianza.
DERECHOS HUMANOS
Paralelamente a su actividad en las filas del Partido Liberal y con miras a fortalecer mejor la lucha en la que estaba embarcada, Carmen de Lara Castro fue miembro fundadora de la Comisión Paraguaya de los Derechos Humanos. La presidencia de dicha entidad estuvo a su cargo desde su creación, en el 1967, hasta 1993.
Con doña Coca al frente, la agrupación se dedicó a la difícil y peligrosa tarea de la defensa de los derechos inalienables del ser humano, que en la época del régimen stronista se constituía en un objetivo casi imposible.
Tuvo además, reconocimiento internacional y contó con la ayuda de organismos como Amnistía Internacional, Naciones Unidas y diversas organizaciones que le dieron el respaldo necesario para que esa comisión fuera acá no solamente reconocida, sino de cierta forma respetada.
En defensa de todos los presos políticos de la dictadura, ella elevó su voz de protesta en varios foros y seminarios internacionales y, con gran coraje, llegó a ocultar en su domicilio a varios perseguidos por el régimen stronista. . Como presidenta de la Comisión clausuró “La Técnica”, centro de detención y tortura.
Una vez derrocada la dictadura de Alfredo Stroessner, doña Coca fue electa senadora de la Nación por el Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA), cargo público que desempeñó desde el 1989 hasta el 1993.
Carmen Casco de Lara Castro falleció el 8 de mayo de ese año. Aquejada de un cáncer. Pero su legado de más de 40 años de lucha por la libertad y la democracia no se ha apagado.
Sin dudas, Carmen Casco de Lara Castro fue una fuente de inspiración y como sociedad le debemos mucho a personas como ella, que con valentía y coraje, luchó por los derechos de las personas.