El desempleo no es el mayor problema del sector femenino actualmente en el país. Más bien, son los múltiples trabajos parciales que realiza en forma precaria para obtener pocas ganancias o a veces nada.
Las economistas e investigadoras Verónica Serafini y Dahiana Ayala realizaron un análisis sobre esta situación en el marco del Día de la Mujer Paraguaya, que se recuerda este viernes, y en conversación con Última Hora coincidieron en que faltan políticas públicas al respecto.
El Instituto Nacional de Estadística (INE) publicó los resultados de la Encuesta Permanente de Hogares, que corresponden al cuarto trimestre del 2022, de octubre a diciembre, y este concluye que hay más mujeres que hombres en las tasas combinadas de desocupación y subocupación.
Nota relacionada: Más mujeres que hombres trabajan de manera informal en Paraguay
Indica que 1.554.879 mujeres representan al 57,7% de la fuerza de trabajo en Paraguay, de las cuales 110.189 están desocupadas y 414.687 subocupadas. Son más en empleos informales, que sin empleo.
La cifra de subocupación se obtuvo mediante la diferencia de los dos indicadores anteriores y la tasa de ocupación femenina, que es 1.030.003.
Se entiende por desocupación cuando no se realizó ninguna actividad económica, pero se está disponible y no se encuentra trabajo; y por subocupación, cuando se estuvo trabajando por pocas horas y hay disponibilidad para trabajar más porque es insuficiente el trabajo.
El propio Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social (Mtess) divulgó un informe el año pasado, en el mismo marco conmemorativo, que mostraba que las mujeres estaban a la cabeza en el sector de empleo informal, con un 66%.
Poca o nula remuneración
Verónica Serafini explicó que mediante la suma de desocupados y subocupados se obtiene una tasa de subutilización, que representa a la cantidad de personas que, queriendo trabajar más, no encuentran empleos.
De acuerdo con la economista, esta situación conlleva a la informalidad y deja fuera del seguro social especialmente a las mujeres jóvenes, que deben buscar otras alternativas de trabajo como “changas” o labores parciales, porque no tienen con quién dejar a sus hijos, por ejemplo.
Para la investigadora, la seguridad social no se adapta a la dinámica de trabajo de las mujeres, por lo que terminan fuera de ella y sin posibilidad de jubilación.
Sostuvo que el empleo informal de la mujer en Paraguay obedece a la gran carga de trabajo doméstico y de cuidado que tiene y porque no existen políticas de cuidado en este sentido que apunten a la creación de centros de atención infantil, jornada extendida, centros de día para adultos mayores, atención y rehabilitación de personas con discapacidad, entre otros.
Consideró que las políticas vigentes no tienen enfoque de género y que, “en lugar de facilitarles la vida a las mujeres, las cargan con más trabajo”. Además de que las leyes laborales no se cumplen.
“Tekoporã, por ejemplo. Las escuelas hacen reuniones escolares en horarios de trabajo, el sistema de salud obliga a estar en la fila cuatro o cinco horas, no llega agua en red hasta la cocina, se queman los electrodomésticos, el transporte público es malo. Todo eso aumenta el tiempo destinado a actividades del hogar o de la familia”, subrayó.
Repensar las políticas
Dahiana Ayala, por su parte, propuso repensar las alternativas de políticas públicas para las mujeres en el campo laboral que copan las cifras de informalidad y que las pueden sacar de allí.
“Pero, primeramente, hay que desenredar esa camisa de desigualdades y con lo que cargan las mujeres. Las mujeres no tienen el mismo empleo que los hombres, nunca van a llegar a equipararse con un jefe hombre”, dijo refiriéndose a la brecha salarial entre uno y otro.
A su criterio, la población femenina en el país está más abocada a los empleos esenciales mal remunerados. Indicó que casi el 80% de la población se dedica a ello, refiriéndose al trabajo doméstico, a la docencia o a las profesiones que impliquen el cuidado de otras personas.
En coincidencia con Serafini, mantuvo que las políticas ya no se pueden mirar desde el punto de vista del asalariado.
“La gran mayoría de la población gana menos del salario mínimo y hay que empezar a considerar los trabajos esenciales. Hasta hoy en día no tenemos el sector del trabajo de cuidado como una actividad económica”, mantuvo.
Cuestionó que el INE todavía no incorpore en la Encuesta Permanente de Hogares como un sector laboral el trabajo que se realiza al interior de los hogares.
“El trabajo de cuidados no forma parte de una estructura del mercado laboral, y debería, porque muchas mujeres están empleadas en estos sectores”, recalcó.