08 abr. 2025

Sin inversión en obras, Asunción se ve como una ciudad devastada

Las condiciones en que se encuentra la capital del país se deben claramente a una grave falla de la gestión de quien administra la ciudad. Según el balance municipal, la Comuna recibe bastantes ingresos, más de 121 millones de dólares, solamente en concepto de Ingresos Tributarios, en 2024. Contrariamente a lo que suele afirmar el intendente, quien gusta de culpar a quienes no pagan sus impuestos, el gran problema de Asunción es que la administración destina siete veces más a sueldos que lo que invierte en obras para los vecinos.

Viralizado en las redes sociales, un video mostraba hace unos días la manera impresionante en que el torrente de agua de la tormenta arrastraba los restos de una calle en el barrio San Pablo. La zona de obras quedó en un estado catastrófico tras las lluvias.
Por el sitio no era posible circular; no solamente por el raudal, sino porque la fuerza del agua se llevó por delante una gran parte del asfalto que cubría la calle. Y es que en el barrio San Pablo se venían desarrollando unas obras desde el mes de junio del año pasado; sin embargo, dichas obras no mostraban avances.

De acuerdo con los testimonios de los vecinos, las calles clausuradas y las obras complican la circulación de las personas. “Nos dicen que las obras de drenaje van a finalizar en tres meses, pero están desde junio en el barrio y no avanzan. En varias partes, el raudal es imparable y muchos vecinos quedaron completamente bajo agua. Con otra lluvia, mi casa puede ser arrastrada porque la obra está al lado, además de que debemos hacer malabarismo para caminar entre los pozos y escombros; es bastante peligroso”, explicaba uno de los pobladores.

Los vecinos están temerosos ante otra copiosa lluvia que afecte sus casas. “Esta situación está cada vez peor porque se rellena una parte y luego vuelven a cavar en el mismo lugar, nunca terminan. La gente no puede transitar; tenemos que darnos la vuelta entera si queremos llegar a la ruta, no se hacen las cosas en forma”, reclamaba otra vecina.

Este caso, el del barrio San Pablo, ejemplifica el gran drama de la capital del país, igual que otra obra que lleva un retraso de más de un año: las obras de la Plaza Naciones Unidas, en el barrio Mburicaó, cuyo retraso el intendente de Asunción afirma que no ha sido culpa del Municipio. Y así, mientras Óscar Nenecho Rodríguez reparte culpas entre vecinos y empresas contratistas, surgen los datos del más reciente balance municipal, y se puede afirmar que, sin duda, los números echan luz entre tantos discursos y mentiras.

La Municipalidad recibió en el año 2024 un total de G. 971.125.061.946, (más de 121 millones de dólares), en concepto de Ingresos Tributarios, según el documento de ingresos consolidados de la ejecución presupuestaria del 2024; el monto se distribuye en impuesto inmobiliario, edilicio, construcción de pavimentos, patente de rodados, cementerios y otros ingresos. De estos ingresos, el pago por salarios a los funcionarios municipales, más de 91 millones de dólares, representa el 76% del monto que ingresó en tributos.

El concejal Álvaro Grau indicaba que los documentos de la ejecución presupuestaria demuestran que la Municipalidad de Asunción realiza “solamente un 12% de ejecución de obras, frente al 92% de ejecución en pago de salarios, y un 100% de ejecución en pago de deuda”.

Mientras la ciudad se cae a pedazos, se muestra sucia, abandonada y peligrosa, cada mes se pagan siete millones de dólares en salarios, lo que anualmente representa USD 92 millones. Y, según el concejal Grau, “hay solamente 804 millones de guaraníes depositados al cierre del 2024; (...) siguen desaparecidos los 70 millones de dólares (G. 500.000 millones) provenientes de los bonos”.

Sin un cambio urgente en la forma de gestionar, la capital seguirá siendo una ciudad en estado de completo abandono, e inmersa en una crisis financiera, provocada sin lugar a dudas por una gestión irresponsable e ineficiente.

Los vecinos de Asunción no merecen vivir en una ciudad con calles sucias, veredas rotas, deficiente servicio de recolección de desperdicios, profundo desprecio al patrimonio histórico y un interminable caos cotidiano en el tránsito.

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