La memoria es una tarea en la que nuestro país se aplazó. A 35 años de una dictadura que duró otros 35, aún tenemos pendiente recordar e identificar cuáles son las consecuencias de un régimen autoritario tan largo. Quienes vivieron en la época lo saben muy bien, y a quienes nos ha tocado nacer en esta democracia tan peculiar, nos toca aprender a mantener viva la memoria.
Ojo, no todos opinamos de la misma manera. El Partido Colorado aún hoy enaltece las obras del dictador, y muchos de sus líderes lo reivindican. Un ejemplo claro lo vimos hace pocos días en la Cámara de Diputados. “Quiero pedirle un poco a los amigos y amigas que le dejemos un poco descansar al General Stroessner. Él no tiene la culpa de la realidad actual, de lo que hoy está pasando en nuestro país o lo que está viviendo el mundo”, afirmó el diputado cartista por Itapúa, Germán Solinger. Y, por si fuera poco, continuó: “Creo que es un señor que en su momento también hizo grandes cosas por el país, fue un gran presidente. Muchas de las obras de lo que el Paraguay tiene fueron obras del general Stroessner”. Mientras en otros países una reivindicación así hubiera provocado escándalos, en el nuestro prácticamente pasó desapercibido.
Como el domingo se caracteriza por ser un día de reflexión, les invito, queridos lectores, a analizar. Hay ciertos aspectos que diferencian el régimen de Alfredo Stroessner de las demás dictaduras latinoamericanas. Por un lado, buscaba sostenerse en el tiempo y, por otro, estaba avalada no solo por las fuerzas armadas, sino también con uno de los partidos políticos mayoritarios.
Permaneció en el poder durante 35 años debido a que, principalmente, estableció una estrategia pétrea de terrorismo de estado eliminando toda disidencia, primero dentro del seno de su partido y luego en todos los espacios posibles. Los métodos variaron entre el exilio, el encierro, la desaparición forzada de personas y la coerción.
Cada uno de estos hechos fue comprobado con el descubrimiento del Archivo Policial denominado Archivo del Terror, en el año 1992. Existen documentos cuya veracidad está confirmada y son prueba de las atrocidades cometidas.
Según el Informe Final de la Comisión de Verdad y Justicia, publicado, las Fuerzas Armadas, la Policía Nacional y el partido oficialista eran espacios clave para el mantenimiento y el funcionamiento del régimen y el mismo gobierno se vanagloriaba de la “unidad granítica” entre Gobierno, Fuerzas Armadas y Partido Colorado (ANR).
¿Será que con todo esto, él no tiene la culpa de lo que hoy está pasando en nuestro país? El gobierno de Stroessner nos dejó de herencia más siete millones de hectáreas de tierras malhabidas. Y, según el Banco Mundial, somos el país con mayor nivel de desigualdad de tierras en el mundo. Miles de familias campesinas e indígenas claman por un pedazo de tierra y los jóvenes migran para encontrar mejores condiciones de vida.
Nuestro país adeuda un proceso de memoria, verdad y justicia, que reivindique el despojo que afecta generación tras generación. Solo una mirada crítica del pasado, con énfasis en la memoria y en una reparación efectiva de nuestro tejido social podrá ser tierra fértil para cosechar derechos para todos y para todas, sin discriminación.