Esta versión de Sin novedad en el frente intenta ser solo un relato de la semana en un país en el que, como en un eterno retorno, asistimos a las mismas escenas de una película ya conocida.
Parece que nada va a cambiar y que la podredumbre institucional se hunde cada vez más con la sostenida colaboración de sus agentes, que más que servidores públicos actúan como anclas –siendo justos, son minoría pero hacen grave daño– de un barco llamado Estado.
Eso nos demuestra el nuevo y lamentable hecho en que un militar, seducido por el dinero fácil, quien, corrompido y aliado a la mafia, hace la vista gorda para romper los ya finos resortes de control en el tema armas, algo que de por sí es grave por todo lo que implica tanto en el mundo del crimen transnacional como dentro de nuestras fronteras, ya que pululan armas sin registro ni control de sus portadores. Gracias a la investigación de Última Hora sabemos que existen en total 17.639 armas que los importadores legales desaparecieron del radar. Son unas 22 casas comerciales, entre las que se encontró que solo una importó 43.000 unidades y movió USD 420 millones.
En la casa del general del aire Arturo González se encontró una millonada surgida según las investigaciones, de la tajada que a este le correspondería por integrar el esquema del tráfico de armas. Es de esperar que por las cifras que se manejan, que este esquema tenga sucesor y que pese al duro golpe a este grupo en particular, es cuestión de tiempo de que el sistema reagrupe otra “cuadrilla” de delincuentes en lugares clave, rediseñe su negocio y siga operando. No hay que ser adivino, puesto que quien “corta la torta” jamás aparece y, por ende, nada le impide a dicho incógnito seguir operando en las sombras. ¿Es un político, mafioso o un empresario con conexiones? No sabemos.
En un sistema como el nuestro en que la corrupción coopera con la mafia y se hace de una tajada o directamente es su socia, lo último que nos podemos imaginar es en un divorcio forzado o un rompimiento de las partes, pues aún pululan los negocios ilegales. Como el caso de los funcionarios de la Dinac hallados cómplices dentro de un esquema internacional de tráfico de drogas.
Pero considerando las personas que lo llevan a cabo y midiendo los efectos negativos que tiene en una sociedad que sus propios representantes opten por el camino de la ilegalidad y la trampa para llegar a sus objetivos, eso es equivalente –sino en lo penal, sí en sus consecuencias– al tráfico de drogas o al tráfico de armas.
El hecho de que un senador siga sosteniendo su calidad de graduado en derecho para mantenerse en el Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados aún cuando sobrarían indicios de que su título no tiene sustento legal, y las instituciones de control lo defienden penosamente y sirven de escudo al senador Hernán Rivas, es en realidad un escándalo.
Lo más reciente y otro doloroso síntoma de que el Gobierno vive en una nube y aún no pisa tierra fue observar cómo se dio el intento de atraco a la plata de los jubilados y la garantía de salud que hoy tenemos los que aportamos y, mal que bien, nos sirve las veces que enfermamos y, puntual o no, los jubilados aún siguen recibiendo su aporte.
Las instituciones no dan respuestas efectivas y actúan más bien como verdugos, y mientras sigan no hay que esforzarse para arriesgar lo que nos depara. Ya en las últimas elecciones hubo miles de ciudadanos que activaron la alerta y estuvieron dispuestos a dar su voto a un pichón de autoritario y populista. La gente estaría dispuesta a entronar en el poder a alguien que no le ofrece garantías, si esta deteriorada dirigencia permanece en la inercia y no cambia su gestión.