22 dic. 2024

Sin pan y sin circo

La expresión muy conocida, “pan y circo”, se originó hace muchísimo y aludía a la costumbre que tenían los emperadores romanos de regalar trigo o entradas al famoso circo romano, con la intención de distraer al pueblo y que así no pudieran ocuparse de los problemas sociales o las crisis políticas del momento.

Como verán, el sentido sigue siendo el mismo, aunque en el Paraguay no tenemos emperadores; salvo aquel gran ex jugador y ex DT del Club Olimpia, tenemos en cambio presidentes, parlamentarios y, en general, una clase política bastante aborrecible, con honrosas excepciones, por supuesto.

Por aquí, las cosas andan tan mal, que en los últimos tiempos hasta nos quitan el pan y el circo.

Escribo esto en medio de una fiebre futbolera que se desarrolla a ambos lados del Atlántico: La Copa América, que se juega en un país donde ni siquiera es un deporte popular y hasta le llaman soccer; y del otro lado del charco, la Eurocopa. En ambas competiciones están los mejores jugadores del mundo, se pueden ver buen fútbol, goles, muchos penales y malos arbitrajes, normal.

De esta Copa América, la Selección Paraguaya, nuestra Albirroja, no solamente se eliminó pronto, sino que se eliminó mal, hicieron un gran papelón. No voy a decir que me dio vergüenza nuestra patética eliminación del torneo, porque a mí lo que realmente me dio vergüenza fueron aquellos que fueron a besarle el anillo a Cartes el día de su cumpleaños.

Acá la dirigencia del país y de la APF están descomponiendo todo. Ya estábamos acostumbrados a padecer nuestra infortunio, vidas sufridas sin tener garantizados nuestros derechos a la salud, la educación, el empleo, la seguridad, a un futuro… Ahora, encima de todo, también nos quitan la ilusión de ganar una Copa América, o clasificar a un Mundial al que, por cierto, no logramos clasificarnos desde hace 14 años.

Lo de la Albirró fue muy decepcionante, y aunque sabemos que si metían goles, jugaban bien o le ganaban a Brasil, eso tampoco hubiera resuelto ninguno de nuestros gravísimos problemas, pero al menos nos hubieran dado una alegría. Es como dijo tan sabiamente el entrenador de la selección de Uruguay, Marcelo Bielsa: “El fútbol es propiedad popular. Los pobres tienen muy poca capacidad de acceso a la felicidad, no disponen de dinero para comprar la felicidad. El fútbol, que es una de las pocas cosas que los más pobres mantienen, ya no lo tienen más”. En Paraguay nos quedamos sin circo. La dirigencia está matando el fútbol, está robando la alegría de los pobres.

La cuestión es que tampoco tenemos pan. El costo de vida está altísimo, aunque el Banco Central nunca cuenta dónde lo que hace su famoso índice de precios al consumidor; y la única seguridad que tenemos es la de que en la parada del ómnibus te pueda atracar un motochorro, y como no confías en la policía ni en la Justicia, ya no denunciás el robo de tu celular y tu mochila.

El IPS lo usan de caja chica para seccionaleros, pero para el trabajador que paga cada mes no hay medicamentos; el Gobierno tampoco compra medicamentos para los pacientes con cáncer, pero gasta millones en un quincho para que diputados y senadores se empachen con asados mientras siguen manteniendo a la nepobaby hija del vicepresidente Alliana con un salario de 18 millones de guaraníes, y a la hija del diputado colorado cartista Yamil Esgaib en la Embajada paraguaya en Londres, con 20 millones de guaraníes.

Salís en la madrugada fría de tu casa para esperar el ómnibus y de regreso tenés que esperar horas, porque el transporte público lo manejan pésimo un grupo de empresarios y el Gobierno, y a ellos no les importa que vos tengas calidad de vida.

Al final, sin pan y sin circo, deberíamos ser capaces de reconocer que nos merecemos todo eso, porque, y cito otra famosa frase, somos un país tan pobre que gritamos más fuerte un gol que una injusticia.

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