22 nov. 2024

Sin Stroessner se vive mejor, pero necesitamos acelerar los cambios

Los avances en los indicadores sociales en Paraguay son recientes. El fin del gobierno de Stroessner dejó un país sumido en el analfabetismo, pobreza, altas tasas de mortalidad, bajas coberturas de servicios sociales. La transición permitió mejorar la calidad de vida, pero los avances han sido lentos y tardaron en iniciarse. Recién en el 2000 se visibilizan cambios relevantes. Paraguay continúa en la cola de los países latinoamericanos, lo que exige ampliar la cobertura de los programas y mejorar sustancialmente la calidad de la política pública.

Un primer avance sustancial de la caída de la dictadura fue el de haber superado el oscurantismo, la opacidad y la falta de transparencia. Durante el periodo stronista, las estadísticas rigurosas prácticamente no existían o no estaban disponibles. Contar con datos sistemáticos y comparables es la primera señal de un cambio positivo.

No hay dudas de que la democracia ha mejorado las condiciones de vida en Paraguay. La pobreza medida en diferentes formas verifica una reducción. La pobreza estructural analizada a través de las necesidades básicas insatisfechas es uno de los indicadores importantes para evaluar avances o retrocesos.

En 1992, inicio de la transición democrática, dos tercios de los hogares tenía al menos una necesidad básica insatisfecha (NBI), proporción que va reduciéndose paulatinamente hasta llegar al 43% en 2012, último dato disponible. La pobreza monetaria también registra una disminución. El primer dato disponible y comparable en el tiempo es de 1997. Ese año la pobreza afectaba al 40% de la población frente al 25% en 2022.

En 1997, el 9,4% de la población era analfabeta cifra que cae a la mitad en 2022. La cobertura de educación media pasó del 57% al 86%, mientras que la educación inicial (preescolar) era inexistente y actualmente llega al 67%.

Paralelamente a estos avances se observan algunas tendencias positivas en cuanto a la reducción de desigualdades a nivel territorial y por sexo. El área rural y muchos departamentos han logrado reducir las brechas en las coberturas con respecto al área urbana y a los departamentos mejor posicionados en los indicadores de calidad de vida.

No obstante, todavía queda mucho por hacer. La pobreza no solo persiste, sino que se estancó su reducción, problemas como el embarazo adolescente, la mortalidad materna e infantil, niños y niñas que trabajan, jóvenes sin empleo, adultos con trabajos precarios, campesinos sin tierra o produciendo para subsistir nos ubican entre los peores países de la región.

La democracia nos ha permitido dar pasos hacia adelante. La sociedad tiene información y derechos civiles y políticos para exigir y demandar mejores condiciones de vida. Hoy no está permitido matar ni desaparecer a quienes se oponen.

Este contexto político era inconcebible durante una dictadura que se caracterizó por las desapariciones forzadas, exilio o secuestro y violación de niñas, censura al conocimiento y a la prensa. Hoy son delitos penados por la ley. El gobierno tiene la obligación de garantizar derechos y las condiciones para la auditoría ciudadana y la rendición de cuentas.

El fin del gobierno de Stroessner dejó un país sumido en el analfabetismo, con pocas oportunidades de entrar a la escuela, con pobreza, así como altas tasas de mortalidad y baja cobertura de los servicios sociales. La transición a la democracia permitió mejorar la calidad de vida, pero estos avances han sido lentos y tardaron en iniciarse.

Aunque muchos de los derechos constitucionales establecidos en 1992 no se efectivicen, el país y la ciudadanía cuentan con instrumentos políticos y jurídicos que impiden la arbitrariedad extrema que sí tenía un gobierno dictatorial y obligan a implementar políticas.

Debemos defender la democracia, no solo como el derecho al voto, sino fundamentalmente como un sistema de valores que nos permita construir una sociedad en el que tengan vigencia plena los principios republicanos y los derechos humanos. Acelerar las transformaciones necesarias es posible y es tarea del presente, de manera que la mayoría pueda ver los resultados en el futuro.

Más contenido de esta sección
Un proyecto que buscaba modificar el Código Penal para evitar que los casos de corrupción prescriban en la Justicia fue rechazado por los diputados y enviado al archivo. Se buscaba endurecer las penas, ampliar el universo de tipos penales, extender plazos para la prescripción y endurecer criterios de medición de la pena para delitos de corrupción pública y privada, con énfasis en la corrupción cometida por funcionarios públicos. El rechazo de esta propuesta parece una verdadera declaración de intenciones.
Mientras el ex diputado colorado Juan Carlos Ozorio opera para obtener una medida sustitutiva a la prisión, la Cooperativa San Cristóbal, de la que fue presidente, siente las devastadoras consecuencias de haber sido una entidad a través de la cual, presuntamente, se puso en circulación el dinero proveniente del tráfico ilegal de drogas. Perdió la confianza y a miles de socios. Es un ejemplo de lo que les sucede a las instituciones cuando falta fiscalización. Si no mejoran los controles, este caso se volverá a repetir, con los mismos funestos resultados.
El hecho de que la mayoría oficialista del senado haya retrocedido en la barbaridad cometida cuando devolvió fueros a senadores previamente desaforados que están siendo investigados por la Fiscalía, puede verse como que enmendaron un error. Sin embargo, una acción que significó el atropello a la Constitución Nacional no debe quedar impune. Los 23 senadores que votaron por devolverle los fueros a Erico Galeano, Hernán Rivas y Rafael Filizzola, deben ser investigados, pues en un estado de derecho nadie está por encima de la ley.
Hace unos días, fue intervenida una estancia en Fuerte Olimpo, Alto Paraguay, y en el lugar fueron detenidas diez personas de cuyo poder incautaron fusiles AR47 y una avioneta Cessna, además descubrieron una pista clandestina que habría pertenecido a la estructura liderada por el supuesto narcotraficante uruguayo Sebastián Marset y al presunto líder de tráfico de drogas, Miguel Ángel Insfrán, alias Tío Rico. Resulta insostenible la falta de control del espacio aéreo nacional, ante la impasividad o complicidad de las autoridades.
Aproximadamente, unos 1.300.000 niños y adolescentes paraguayos retornaron a clases en los establecimientos educativos públicos hace unos días, y el escenario que hallaron muchos de ellos ha sido el de una infraestructura deficiente y precariedades. A pesar de que la Constitución Nacional consagra el derecho a la educación, frente a la realidad a la que asistimos, parecen apenas palabras vacías de significado debido a la ceguera de nuestros líderes políticos para anteponer los intereses de la mayoría y apostar por el presente y el futuro del país.
El acceso de los niños a alimentos adecuados y saludables es esencial para garantizar su bienestar físico, intelectual y social. Los programas de alimentación escolar han formado parte de la política educativa desde hace más de un siglo y permanecen en la actualidad, independientemente del nivel de desarrollo de los países y de los ingresos de los hogares. Pero en todos los países el programa se ha planteado de manera integral y tiene alto consenso social. Paraguay no puede ser una excepción. Los cambios planteados solo generaron conflictividad, a la vez de que no garantizarán mejoras sustanciales.