24 nov. 2024

Sociedad de mercado

El Paraguay es una sociedad de mercado. Pero todavía no es una economía formal de libre mercado, aunque tenga el grado de inversión. El día en que podamos subir al ómnibus y pagar el pasaje con cualquier billetera digital, sumando las de las dos empresas que hoy administran la recaudación para usar el autobús, y además las de cualquier otro banco, financiera o cooperativa, entonces tendremos un mercado donde se compite. Hasta hoy es un negocio cautivo de ex presidentes en modo crony capitalism.

Todo a la venta. Muchos de los productos y servicios del Paraguay forman parte del capitalismo de amigotes. Incluyendo a los bienes públicos, donde también hay imperfecciones, con un Estado, el réferi, representado por un Poder Judicial impredecible, y las más de las veces corrupto, un catastro desordenado con dobles registros de partes de las mismas tierras, una burla al sagrado capital, y un sistema de ventas al Estado, privilegio de unos pocos que tienen contactos con los políticos que deciden las compras, y así por delante. Simulamos todo, hasta nuestra fe religiosa.

Lo peor es lo siguiente: Que la lógica de la compra y venta de cualquier cosa o servicio, e incluso de la conciencia moral primaria de las personas, no se aplica solo al intercambio natural dentro de la esfera económica, sino que gobierna la vida como un todo. En el mundo entero hubo un triunfalismo mercadológico cuando el período de globalización y financierización hacia finales de siglo pasado e inicios del presente siglo. Sin embargo, desde la crisis del 2008 la cosa cambió, el mercado deja de ser el gran salvador, y a partir de la pandemia, la guerra en Ucrania y la crisis energética en toda Europa –derivada precisamente de este conflicto, la inflación, la transición demográfica con sus problemas de salud y desequilibrio previsional, todo eso, etcétera– se vuelve al proteccionismo, a la fragmentación de mercados y a una recesión geopolítica. En parte es la opinión de C. Lagarde, presidenta del Banco Central Europeo.

Mientras tanto, en el Paraguay, estamos caminando hacia una sociedad en la que todo está a la venta y eso no es conveniente. Por un lado, si eso es así, la desigualdad y la corrupción van a terminar por degenerar las relaciones sociales y los negocios, y la nación puede sucumbir. Cuanto más el dinero puede comprar cualquier cosa, más importante se vuelve el dinero y menos importante resulta su origen. Esto lo saben todos los empresarios, pero tienen miedo de acompañar las denuncias a personas significativamente corruptas que descomponen los mercados, realizadas en forma oficial por los Estados Unidos. Bueno, sabemos que el Paraguay es tercero en los mercados del crimen en las Américas, además de estar en la lista de permanente sospecha por lavado de activos.

El filósofo Michel Sandel me ayudó a entender a los corruptos del Paraguay para quienes “pagar una multa o una coima ya no significa punición alguna. Apenas es una tasa por un servicio prestado”, por ejemplo, por un fiscal de la justicia o del medio ambiente. El uno les permite seguir libres habiendo cometido un delito que merecía la prisión, y el otro les deja seguir contaminando, respectivamente. Siendo así, multas y coimas se convierten en una tasa. Qué tal. Por eso siempre dije, antes de haberle leído a Sandel, que la actividad privada con fines de lucro más rentable en el Paraguay es la política, el sector público, que crea y administra las normas y vende su incumplimiento. Los paraguayos deshonestos, entonces, pagan un precio en forma de tasa para recibir un servicio que les permite delinquir. Qué familia la paraguaya.

Tu futuro narco. En una democracia representativa donde los ciudadanos venden sus votos como si fueran una cuestión de propiedad privada, sujeta a negociación, el sufragio ya no es una responsabilidad pública que impacta en las vidas de millones de personas. Hace poco con la autoasignación de jubilaciones vip para los legisladores me llamaron varios empresarios a pedirme que haga denuncias fuertes en la prensa. Pero, les dije, acaso ellos no financiaron las campañas de los legisladores que les jodieron. Esos que votaron en el legislativo fueron elegidos y financiados por esos mismos que llaman a pedir que se denuncie. Estos permiten y les pagan impuestos a esos políticos corruptos, y yo debo denunciar; encima gratis, lindo negocio. Ahora ya ni podemos tener una ONG para recibir dinero por denunciar a los corruptos. Acaso, les recordé, muchos de ustedes, que son prudentes y que son capaces de otorgarle el manejo de sus activos a un reconocido asesor financiero, amigo de la casa, no fueron capaces de confiarle su voto para senador, ya que este exitoso profesional se presentó como candidato al legislativo en el 2023, les dije, y les di el nombre del experto consultor. Se quedaron mudos.

La mafia y los tentáculos narcos “ya están invadiendo vuestras estancias para plantar marihuana, todo con la protección política de aquellos a quienes financiaron en las elecciones y a quienes (encima) les pagan impuestos en modo necio”. Hablé a empresarios honestos, no a los que obtienen negocios financiando a la casta. En poco tiempo, pronostiqué, una generación más, vuestras nietas que frecuentan el club y el barrio cerrado se van a casar con el nieto de un narco que vive en la mansión de al lado. Es lo que les espera, les dije, dejándolos un tanto pasmados. Sigamos.

Los valores del mercado sin ninguna clase de ética, lo que no es economía de mercado, sino que apenas una sociedad de mercado, son los responsables por el descarte de principios que, no vinculados a los del mercado, deben ser respetados. Cuando todo puede ser comprado y vendido, tener o no dinero hace toda la diferencia. Cuando otros pueden tener más dinero que los empresarios del sector formal de la economía, que bancaron a los políticos corruptos que venden impunidad a los delincuentes, habrá más bandidos que gente honesta. Luego, aquellos que se financian en los mercados del crimen, indefectiblemente, más temprano que tarde tendrán tanto dinero malhabido que vencerán en el mercado, político y económico, al dinero ganado en forma transparente. Recuerden. Anoten.

Repitiendo artículos anteriores, hoy en día existe una teología humanista, una religión laica, que preconiza tres ejes sobre los cuales el Paraguay funciona, en beneficio exclusivo de un grupo económico que usa a un partido político que de hegemónico se convirtió en dominante. Me refiero al eje cultural de Dios, Patria y Familia que gana elecciones con el voto miedo, asustando a la gente con mitos y leyendas; un eje económico que preconiza un (falso) Estado mínimo porque sigue malgastando el dinero público y; un eje estratégico que hace negocios informales en el mundo subterráneo. Los dos primeros ejes son fundamentales para que el tercero funcione. Buscar y encontrar enemigos inventados convirtiendo la política en guerras santas entre buenos y malos desvía la atención de los electores de los verdaderos problemas: Educación, salud, falta de infraestructura logística, viviendas, etc. Predicar el Estado mínimo mutilando el poder coercitivo de la Policía y del Poder Judicial contra las actividades económicas ilícitas facilita los negocios en los mercados del crimen, lo que yo llamo la teoría del negocio, la estrategia, el cómo se hace el dinero sucio.

El hexágono del presidente. Luego, para reproducir el modelo, tenemos sólo seis cuestiones que deben ser manejadas con arte y ciencia por quien apenas “gerencia” el Estado, por encargo, sin poder gobernar. Ellas son: Violencia, corrupción y droga en el mundo informal; y equilibrio fiscal, monetario y cambiario, en el mundo formal. En el mercado informal, solo resta saber equilibrar las dosis de estas tres categorías que funcionan en régimen de trade-off (suma cero), donde el aumento de uno de estos elementos compensa la disminución en cualquiera de los otros dos. Por ejemplo, para mitigar la violencia que es muy ruidosa ante la opinión ciudadana, es bueno aflojar en el control de la corrupción y dejar un poco que el comercio de drogas fluya dentro de determinados límites. Para cortar la corrupción, por ejemplo, y el lavado relacionado con algún enemigo que trabaja con el crimen de otros países y que es competencia, luego, se puede recurrir a una dosis de violencia para darle de baja a este protagonista importante sin respetar ningún tipo de inmunidad. Es un trabajo fino que debe llevarnos al steady-state entre estas tres variables. La delincuencia crece, pero manteniendo una densidad invariable, para que nadie note que el ambiente ha cambiado enormemente. En el mercado formal todo se reduce a mitigar el déficit fiscal, el dólar caro y la inflación. Ni más, ni menos. Hasta ahí le permiten.

Conclusión. Finalmente, la sociedad de mercado, sin economía de mercado, plantea al hombre posmoderno del Paraguay, con investment grade, que él tiene todos los motivos para tentar convencerse así mismo de que, efectivamente, no existen sanciones terrenales, ni eternas, por violar la moralidad que él, de hecho, rechaza. Pero, nos resta confiar en que lo que le podría hacer cambiar de opinión es la querida nietita, que puede casarse con el nieto del narco de la esquina. La hipérbole que representa a la última esperanza. Saludos cordiales.

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Laura Ruiz Díaz – laura.ruizdiaz.txt@gmail.com