La treta es tan vieja que ha perdido la gracia. Si bien hubo colorados que enfrentaron al dictador y pagaron esa osadía con la cárcel o el exilio, es innegable que la enorme mayoría de los simpatizantes de la ANR se sentían muy a gusto apoyando a Stroessner. Los stronistas —confesos o vergonzantes— hasta hoy siguen siendo abrumadoramente mayoritarios entre los miembros de la Junta de Gobierno y los convencionales republicanos. Pero, eso sí, los colorados no se hacen cargo de las atrocidades de su gobierno.
Algo parecido sucede entre los cartistas y Mario Abdo. Hace unos días, el diputado Raúl Latorre afirmó con desparpajo que “Honor Colorado no forma parte de este Gobierno”. Su colega Bachi Núñez sostuvo lo mismo, agregando que “es la oposición la que está en el Gobierno”, en alusión al Partido Democrático Progresista (PDP). El diputado Derlis Maidana fue más allá, al decir que, en realidad, “Honor Colorado es la única oposición porque no participa en el Gabinete y no es el sostén del Gobierno”.
Es decir, el cartismo no se hace cargo de las atrocidades del gobierno de Mario Abdo. Los culpables son otros, nos responden, con una mirada cándida. Nos toman del pelo. Son opositores, dicen. Pretenden que nos olvidemos de la Operación Cicatriz, que tan trabajosamente pergeñaron para unificar al partido. No tuvieron nada que ver, pero fundaron el movimiento Concordia Colorada, con el que impusieron candidatos consensuados por el abdocartismo.
¿Se olvidan acaso que si Abdo sigue siendo presidente es solo porque la bancada cartista no se sumó al juicio político que lo iba a destituir luego del acta entreguista de Itaipú? En el último minuto, vino la orden patronal de salvarlo. Fue tan sorpresiva, que motivó reacciones curiosas. Hubo quienes recordaron dónde está el poder —como Pedro Alliana, “el que salvó a este Gobierno fue Honor Colorado”— y hubo quienes no ocultaron su frustración —como Sergio Godoy, “quedamos como unos boludos—”.
Esa vieja y confiable fórmula de fingir ser simultáneamente gobierno y oposición ya no asegura tan buenos resultados como en el pasado. La duplicidad política ya no engaña, sobre todo, cuando en la calle hay protestas que no distinguen las culpas de Abdo de las de Cartes. Están juntos en el Gobierno y la gente está harta, justamente, del mal gobierno. Si sacaran la cabeza del termo se darían cuenta de que es absurdo acusar a los manifestantes de ser manipulados por algún sector de la oposición.
Como escribió en sus redes sociales el periodista Andrés Colmán Gutiérrez, este recurso es tan repetido como inútil. Supuestamente, en 1999 la gente acudió a la plaza por el llamado del pa’i Oliva; en el 2017 la movilización que frenó el proyecto de enmienda fue convocada por Óscar y Menchi; y la de esta semana ocurrió por decisión de Efraín Alegre, Fernando Lugo y el Grupo de Puebla. Lo crean o no, esta última pavada fue sostenida por Mauricio Espínola, secretario privado de la Presidencia.
La gente, cansada y con miedo, está podrida de esta manera de gobernar y de las excusas esquizoides. Esto incluye a Honor Colorado, movimiento que tiene la llave para sacar o mantener a Abdo en la presidencia. Están en su derecho de sostenerlo. Pero deben hacerse cargo de lo evidente: son parte del mismo Gobierno. Abdo y Cartes hicieron campaña juntos, ganaron las elecciones y deben asumir la responsabilidad de gobernar. Son del mismo partido y es hora de que abandonen esta majadería bipolar que asume que la gente es idiota.