El trabajo social no fue su primera opción profesional, pero sí una inclinación que la acompañó desde su adolescencia, trabajando de cerca en la capilla de su barrio. Al finalizar sus estudios secundarios inició la carrera de Economía, en ese tiempo trabajaba en una compañía de telefonía multinacional, hasta que un día decidió cambiar su carrera por la de Trabajo Social. “Sentía que no era lo mío, que no era suficiente, dejé la carrera, dejé Economía y dejé también el trabajo en la telefónica y decidí estudiar Trabajo Social. Fue allí que me inscribí en la Universidad Nacional de Asunción”, dice. Uno de sus primeros trabajos fue en el 2004, junto a las víctimas del Ycuá Bolaños. Tras esa experiencia le llegó la invitación del padre Francisco de Paula Oliva, el reconocido pa’i Oliva, quien era su profesor de Ética Profesional. “Me ofreció trabajar con él en una de sus obras en el Bañado Sur. Y allí empezó esta historia”, resalta.
ELECCIÓN REAFIRMADA. “Para mí trabajar en el Bañado, tanto con los jóvenes como con las mujeres, realmente es una experiencia de crecimiento maravillosa, crecimiento profesional y también de crecimiento como ser humano”, comparte. Destaca que el Bañado, como cualquier población que sufre gravemente los efectos de la pobreza extrema, es un lugar donde también conviven personas maravillosas y con unas ganas de salir adelante y con un poder de resiliencia extraordinario. “Encontré niños, mujeres y hombres que no se cansan de luchar por mejorar su calidad de vida. Para mí es el mejor lugar para trabajar. Creo que si me preguntaran si lo volvería hacer, si pudiera volver el tiempo atrás, volvería a trabajar en el Bañado”, refiere.
En estos años de trabajo sostenido en proyectos en principio guiados a los niños y adolescentes, luego a las necesidades de las familias y actualmente enfocados en las mujeres, Soraya describe su labor como un conjunto de sentimientos contrapuestos. “Se sufren muchísimas cosas, son sentimientos muy contrapuestos porque uno está avanzando, las familias están avanzando mucho, la comunidad avanza y viene una inundación y lo rompe todo, lo destruye todo. Volvemos a empezar. Y vuelve el agua y otra vez lo destruye todo”, señala. Al frente de los proyectos con Mil Solidarios, atraviesa así varios desafíos para llevar adelante los proyectos de desarrollo, entre las inundaciones, incendios como el del vertedero Cateura. Y refiere y enfatiza que la situación tan desventajosa en la que está la población en general, hace que poner en marcha las obras sociales sea en general un desafío permanente, donde el mayor es encontrar financiación. “Venimos sobreviviendo a través de convocatorias internacionales, donde nos presentamos con proyectos y realmente cuesta, son cada vez más difíciles y más técnicos los requerimientos para participar”, subraya.
Uno de los proyectos que llevan actualmente es Accesorios Cateura. Iniciativa en apoyo a las mujeres para lograr la autonomía económica. Soraya comparte que las mujeres tienen muchísimas trabas para desarrollarse como mujeres, como profesionales, siendo la pobreza una de las más fuertes. ”La necesidad de sobrevivir el día a día las obliga a realizar cualquier tarea para poder conseguir el alimento para ellas y sus hijos. También su rol como mujer al cuidado de los niños, de la casa, de su familia, ese rol de cuidadora muchas veces les impide trabajar o educarse para acceder a un trabajo digno”. Y concluye que sorteando toda esa realidad, muestran voluntad de organizarse y aprender con muchísima esperanza en que la situación va a cambiar.
Junto a la comunidad del Bañado Sur, en la dirección ejecutiva de la organización Mil Solidarios, Soraya Bello encontró su lugar en el mundo.
(...) La comunidad avanza y viene una inundación y lo rompe todo, lo destruye todo. Volvemos a empezar. Y vuelve el agua.
Encontré niños, mujeres y hombres que no se cansan de luchar por mejorar su calidad de vida.
Mujeres protagonistas