La compañía aeroespacial SpaceX había pospuesto el envío de sus satélites desde Cabo Cañaveral (Florida) debido a la misión Demo-2, con la que el pasado 30 de mayo consiguieron enviar de nuevo a astronautas desde suelo estadounidense nueve años después de la cancelación del programa de lanzaderas espaciales de la NASA.
El cohete reutilizable Falcon 9 despegó este miércoles a las 21:25 hora local (1:25 GTM del jueves) y 15 minutos después desplegó los satélites que usaron sus propulsores para colocarse en la órbita correcta a unos 550 kilómetros de altura.
La gran novedad de los nuevos 60 satélites enviados al espacio es que una de las unidades contará con un visor para bloquear el reflejo de la luz solar que emiten a la Tierra cuando está golpea las partes brillantes de la nave.
Si el nuevo diseño funciona como esperan, prevén que en el futuro todos sean como este para así atender las reclamaciones de investigadores y astrónomos que se han quejado de que satélites tan brillantes pueden dificultar su trabajo.
Por eso, SpaceX intentará también que los satélites sean invisibles al ojo humano cambiando la forma en la que vuelan en su órbita operacional cambiando su ángulo para evitar esa reflectividad.
Unos 10 minutos después del lanzamiento, el cohete aterrizó de forma segura en una plataforma posicionada en el océano Atlántico para ser reutilizado próximamente, lo que supondría la quinta recuperación de este cohete.
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La futura red de satélites crearía un acceso a internet económico y de alta velocidad, especialmente enfocado para las personas que se encuentren en lugares muy remotos o con servicio insuficiente para acceder a la red.
Este supone el octavo envío de satélites desde que comenzó el proyecto Starlink en mayo de 2019 y entra dentro de las grandes iniciativas que tiene la empresa del fundador de SpaceX, Elon Musk, de cara a revolucionar el mundo a través de la tecnología espacial.
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El empresario, que fundó la compañía en 2002, tiene la vista puesta en financiar la llegada del hombre a Marte para así estar más cerca de su objetivo final: conseguir que las personas puedan vivir en otros planetas.
Un objetivo que cada vez parece más cerca después de la llegada de los astronautas Douglas Hurley y Robert Behnken a la EEI como parte del vuelo de prueba con el que certificarán la capacidad de realizar vuelos espaciales de SpaceX.
La NASA quiere usar este modelo del programa de vuelos comerciales para alcanzar de nuevo la Luna y volver a poner el pie sobre su superficie, así como llegar en un futuro a Marte.