La desnutrición es la consecuencia de que el cuerpo ni siquiera reciba lo mínimo necesario para alcanzar un nivel de vida saludable. El informe, sin embargo, se refiere a la subalimentación. Esto equivale a que si bien un sector de la población come y hasta puede decirse que se satisface, lo que ingiere es insuficiente en cantidad y en calidad para responder a sus necesidades imprescindibles.<br/><br/>Para corroborar el informe del organismo internacional, que depende de las Naciones Unidas, bastará con observar los hábitos alimentarios de un gran sector de la población, sobre todo los de aquella que se encuentra en precarias condiciones económicas en las áreas rural y suburbana. <br/><br/>Lo que se constata es que las personas comen incluso hasta la saciedad. Sin embargo, según los parámetros de medición vigentes, ello no es sinónimo de buena alimentación. La comida carece de la calidad y la cantidad necesarias como para que responda al volumen de calorías requerido para poder disfrutar de salud sin restricciones.<br/><br/> Las consecuencias de la malnutrición son graves porque llevan, a la larga, a la desnutrición, la diabetes, la hipertensión y la obesidad. Si se tienen en cuenta los altos índices de azúcar en sangre por encima de los valores considerados normales, la presión alta y el exceso de peso, se verá hasta qué punto el Paraguay está mal alimentado. <br/><br/>El informe señala que con solo 0,25 centavos de dólar –equivalentes a 1.000 guaraníes– se puede superar la subalimentación. Atendiendo a esa cifra, es evidente que la subalimentación no solamente responde a la falta de dinero para acceder a los alimentos, sino a una cuestión de educación. Hay mesas familiares donde las verduras y hortalizas son desconocidas.<br/><br/> Un obstáculo a superar en el Paraguay, por lo tanto, es también la ignorancia en materia de alimentos a ingerir para satisfacer las necesidades calóricas de cada etapa de la vida. La educación acerca de la correcta alimentación tiene que comenzar en la familia y extenderse al resto de la sociedad. <br/><br/>Tanto los organismos de salud como la educación formal deben cooperar para ofrecer informaciones acerca de los alimentos requeridos para estar en un óptimo nivel de nutrición. Esto tiene que formar parte de la medicina preventiva, que se adelanta a la posible aparición de enfermedades atacando sus causas.<br/><br/> La Seguridad Alimentaria, de la que tanto se habla hoy, implica no solamente disponibilidad de alimentos, sino también supone la calidad de los mismos. <br/><br/>En lo que atañe a la educación de niños, adolescentes y jóvenes, la calidad de la alimentación es imprescindible. De ella dependen el éxito del aprendizaje y la obtención de un nivel de vida digno.<br/><br/> <br/><br/>De acuerdo con datos divulgados por el Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas, nuestro país se encuentra entre las naciones subalimentadas de América Latina. Ello implica que hay un segmento de la población que no recibe los aportes calóricos necesarios para llevar una vida saludable. Es decir, no está lo suficientemente nutrida según los parámetros expresamente establecidos para realizar la medición de suficiencia o insuficiencia alimentaria. La consecuencia en la educación es grave, porque no comer lo mínimamente necesario –en calidad y cantidad– conlleva no solo problemas de aprendizaje, sino otros inconvenientes de salud que se manifiestan a lo largo de la existencia.<br/><br/>