La cuarta víctima, una maestra de 38 años, murió en un hospital de Aracruz, ciudad del interior del estado de Espíritu Santo, al que había ingresado la víspera, tras el ataque perpetrado por un joven de 16 años contra dos escuelas de esa ciudad.
El suceso dejó otros tres fallecidos (dos maestros y una alumna de doce años) y aún permanecen hospitalizadas 10 personas, que resultaron con heridas de diversa gravedad.
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El agresor, un ex alumno de uno de los centros educativos y cuya identidad no ha sido revelada por tratarse de un menor de edad, fue arrestado horas después del ataque y confesó el crimen, que dijo haber planificado durante dos años, aunque no explicó el motivo.
La mañana de este viernes, en pleno horario de clases, el joven ingresó a la escuela Primo Bitti, en la que estaba matriculado hasta el pasado junio, se dirigió a la sala de profesores y abrió fuego a discreción contra un grupo de maestros que estaban reunidos.
Luego se dirigió al Centro Educacional Praia do Coqueiral, un colegio privado situado en la misma avenida, disparó contra varios niños y huyó.
La Policía le arrestó horas más tarde, en una casa de su familia, y el adolescente confesó inmediatamente el crimen.
El gobernador de Espíritu Santo, Renato Casagrande, dijo en una rueda de prensa que el joven tiene un “problema de salud mental” y recibe atención psiquiátrica.
También reveló que el joven, que en el momento del ataque llevaba en la ropa una cruz esvástica, es hijo de un policía y que usó para el ataque una pistola semiautomática y un revólver, ambos propiedad de su padre.
El crimen causó conmoción en Brasil y fue condenado por el presidente electo, Luiz Inácio Lula da Silva, quien asumirá el poder el próximo 1 de enero.
Lula dijo que recibió los hechos “con tristeza” y manifestó su “solidaridad con los familiares de las víctimas de esta tragedia absurda”, que hasta ahora no ha sido comentada por el actual jefe de Estado, Jair Bolsonaro.