Antes quería dejar en manos de sus ministros el Estado, ahora él quiere tener en sus manos los poderes del Estado.
Antes quería que prevalezca el mérito en los cargos públicos, ahora quiere que crezca el peso de un color hasta en lo recóndito.
Antes quería actuar de empresario exitoso, ahora actúa casi como un jefe mafioso.
Cual juego entre dos imágenes similares: encuentre la diferencia en su época de gobierno y el que se viene bajo su sombra.
Vuelven algunos de sus leales, que estuvieron en su gabinete. Van a estar de regreso y esta vez para copar los tres poderes del Estado.
Porque a su sector justamente pertenecen las futuras cabezas del Poder Ejecutivo y Legislativo.
En cuanto al Poder Judicial, hay ya un cuestionado “juez de jueces”, considerado incompetente para el cargo, pero apto para cumplir las órdenes.
En algunos ministerios ya trazó una hoja de ruta para poder encubrir las acusaciones en su contra, por supuesto, contrabando y lavado de dinero o de vínculos con el crimen organizado y el terrorismo.
El próximo periodo de Gobierno, ¿equivalen a cinco años de retroceso? ¿Habrá diferencia entre su mandato y con el que regresa detrás de otra figura?
Una diferencia entre antes y ahora es el motivo por el cual necesita “reforzar” su poder.
Por eso vuelve. Quizás, para escudarse de la declaración y las sanciones financieras que le impuso una potencia mundial.
Claro, ¿cómo podría protegerse de un país? Simplemente, con otro país. Uno que pueda manipular con sus tentáculos, que le permita trabar su probable extradición y no volver a la cárcel.
Su principal objetivo es que nunca le vuelva a tocar la Justicia, como en los años 80 que fue procesado por evasión de divisas.
Está sujeto a consideración del lector imaginar al sujeto tácito, que dentro de poco podría ser hasta el innombrable.
Uno nunca sabe. Como los propios disidentes de su partido advierten una inminente dictadura “ista”, es característico de estos sistemas que se vayan a tomar represalias por tan solo evocar algo negativo en contra.
De hecho, el que está por volver al poder, ya dio señales en su organización política, expulsando a aquel que criticó sus manejos en la política.
Eso fue lo que hizo el dictador Alfredo Stroessner, de acuerdo con Archivos del Terror. Reprimió a aquellos que se oponían a su dictadura con detenciones arbitrarias, apresamientos políticos, torturas y asesinatos.
También fue responsable de un sinnúmero de desapariciones.
¿Se viene el debilitamiento real de las instituciones en estos tiempos? Es peligroso pensar en que se podría acabar este intento de democracia en el que vivimos. ¿Se viene una nueva era autoritaria? Hay más incertidumbre que respuestas. Las expectativas son poco claras.
No hace falta dar nombres para saber en manos de quién cae el Paraguay y darse cuenta de las consecuencias que esto acarrea.
Se apela a estas alturas a la conciencia de las paraguayas y los paraguayos, porque en la época de las elecciones generales no funcionó.
El país no necesita someterse a una nueva dictadura, necesita que las instituciones públicas funcionen según su rol. Pese a que en toda esta era de transición democrática esto no se logró, no sería en vano exigir que se pueda llegar a ello.
Lastimosamente, por los antecedentes y lo que ha mostrado el entorno más cercano del sujeto tácito o el innombrable, el país corre el riesgo de caer en más corrupción, más impunidad, y en el autoritarismo, sin falta.