Según distintos expertos consultados por EFE, en la actualidad, la Tierra se ha calentado 1,2 grados, de acuerdo con las últimas mediciones oficiales del 2021, muy cerca de los 1,5 grados pactados en el Acuerdo de París, y la ONU ha avisado de que, a este ritmo, la Tierra se calentara hasta casi 3 grados para final de siglo.
En este escenario y de acuerdo con el informe Planeta Vivo 2022 de la oenegé conservacionista WWF, ya ha habido un “descenso medio del 69% en la abundancia poblacional” de los animales de todo el planeta entre 1979 y 2018, además de la extinción entre el 1 y el 2,5% de las especies de aves, mamíferos, reptiles y peces.
Los principales causantes de esta pérdida de biodiversidad son los cambios en el uso del suelo, las especies exóticas invasoras, la contaminación y el cambio climático.
Para el profesor del Departamento de Ecología de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), José González, el cambio en el uso del suelo —considerado como la mayor amenaza seguida por las especies invasoras— consiste en la transformación del territorio.
Ejemplo de ello es la tala de zonas de bosque para convertirlas en terreno de cultivo como ocurre en la Amazonía, lo que supone “eliminar hábitats para la fauna y fragmentar el territorio, quedando hábitats aislados”.
No obstante, si el calentamiento global superase los 1,5 grados, “esto se desestabilizaría tanto que la biodiversidad se vería muy amenazada”, ha alertado González, y si se cruzase el umbral de los 2 grados llegarían “consecuencias catastróficas”, tanto para las especies como para la sociedad y la economía.
Todas estas amenazas para la biodiversidad tienen “raíz antrópica”, es decir, están causadas por el ser humano, lo que la diferencia de los anteriores cambios climáticos que ha vivido la Tierra desde sus orígenes.
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González también ha incidido en que otra de sus disparidades es la velocidad en la que está sucediendo el actual cambio climático, ya que el clima “ha cambiado muchas veces, pero en periodos de tiempo muy largos”.
Un ritmo de aumento de temperaturas ante el que muchas especies “no tendrán capacidad de emigrar para buscar un clima más favorable ni tiempo para evolucionar y adaptarse”.
De hecho, algunas aves ya han comenzado a cambiar sus ciclos de migración y reproducción, tal y como ha señalado el responsable de energía y clima de SEO/BirdLife, David Howell, quien incide en que dichas especies “dependen de la disponibilidad de alimento y de hábitats para anidarse”, y este fenómeno de calentamiento les arroja “pocas posibilidades de supervivencia”.
Howell ha hecho hincapié en que una de cada ocho especies de aves se encuentra en peligro de extinción y más de la mitad precisan de “acciones de recuperación específicas para garantizar su supervivencia”, y ha constatado alteraciones en las relaciones entre depredadores, presas y competidores.
“Si el calentamiento favorece más a un depredador o a un competidor de una especie concreta”, se producirían desequilibrios en la naturaleza.
Por ello, el experto ha reivindicado “ecosistemas sanos e intactos” como única alternativa para la absorción de CO2, la reducción “del ritmo de extinción y, en el mejor de los casos, evitarla” y “recuperar las poblaciones” de especies que ya se encuentran en peligro.