Por Virgilio Ramón Cáceres
Tacuatí sigue siendo una zona olvidada y se refleja en los pobladores, que, pese a toda limitación y al aislamiento, tratan de sortear el día a día para salir adelante y sobrevivir ante la sombra de la desidia y el desinterés del Gobierno.
Rodeado de los asentamientos Planta Uno y Dos, 6 de Enero, 20 de Julio, Tacuatí Poty, Primera y Segunda Calle, el pueblo muestra la realidad del abandono en materia de salud, educación, fuentes de trabajo, seguridad y derechos básicos, como contar con documentos de identidad, en especial niños y personas de la tercera edad.
Toda esta situación fue comprobada por un equipo de ÚH que realizó un recorrido por la zona, territorio de influencia del Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP). Los pobladores, que evitan hablar del grupo armado, siguen manejando el código del silencio, que representa una garantía de sobrevivencia para ellos. Algunos se muestran indiferentes a lo que ocurre alrededor y ante la presencia de extraños por el lugar. En medio de todo, intentan llevar una vida normal conforme a sus posibilidades.
Este sombrío panorama será el balance de los primeros cien días de gobierno del presidente de la República, Horacio Cartes, quien prometió luchar contra la pobreza, además de asegurar que los delincuentes no marcarían su hoja de ruta. La falta de caminos en buen estado, de transporte público frecuente, hasta una Policía mejor equipada para dar seguridad en un sitio donde se respira sensación de miedo y desconfianza, agravan la situación.
tierra de nadie. El cruce Tacuatí marca el inicio de la tierra de nadie. Los policías no transitan con frecuencia el camino por precaución, y ante el temor de ser blancos de ataques de la banda armada. El trayecto, que comprende kilómetros de camino de tierra roja, fue escenario de violentos ataques.
Una importante cantidad de niños y jóvenes se enfrentan a esta realidad. Formarse en la precariedad y expuestos a ser influenciados por la banda armada, como también ser arrastrados por la delincuencia. La lucha por ser mejores es constante. Pero son conscientes de que, por ahora, no hay muchas opciones en Tacuatí. Sí hay una alternativa, pero no les gusta, y es abandonar el lugar y a sus familias, buscando mejores oportunidades. Exigen con fuerza asistencia integral y una oportunidad para salvar de los prejuicios y la discriminación a su pueblo.
La misma suerte corren familias o integrantes de una de ellas que van buscando otros horizontes. Solo queda la indignación y la resignación de los afectados que aún permanecen en Tacuatí esperando la presencia del Gobierno.