Las flores las fueron dejando sobre un muro del parque dedicado a la memoria del tsunami los familiares de los fallecidos y algunos sobrevivientes, en medio de una larga ceremonia que incluyó cantos y oraciones –vinculadas a religiones como el budismo y el islam– y en la que no faltaron las lágrimas.
Con el mismo mar de Andamán de fondo, cientos de personas se reunieron hoy en un acto narrado mayoritariamente en tailandés, en correspondencia con la mayor parte de los concurrentes, pero que también tuvo espacios para cantos en inglés, como el Amazing Grace del cristianismo, que fueron entonados por viajeros de varias partes del mundo.
Decenas de extranjeros participaron en esta suerte de liturgia holística para conmemorar que fue, justamente, en Tailandia donde murieron más turistas arrastrados por olas, que viajaron hasta a 1.000 kilómetros por hora, después de que las aguas del Índico fueran estremecidas por un terremoto de 9,1, el tercero más potente jamás registrado.
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Una de esas visitantes es Emma, cuya hija falleció en Ban Nam Khem, adonde había viajado con unos amigos desde Berlín –unos días antes de la Navidad de 2004– para disfrutar de las festividades bajo el sol tropical de Tailandia.
Esta madre alemana, que participó en varios actos conmemorativos en los últimos 20 años, aún llora su pérdida, al tiempo que dice sentir una conexión especial con el país asiático, en el que fallecieron más de 8.000 personas, entre ellas casi 2.000 extranjeros, sobre todo turistas suecos y alemanes.
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Aunque, a simple vista, la ceremonia parecía un cúmulo de diferencias en cuanto a culturas e idiomas, Emma ve este acto como un lugar de encuentro, en el que se juntan las penas y se consiguen unas sonrisas, al recordar cómo eran las vidas de quienes fallecieron.
Como ella, otros visitantes procedentes de países como Australia, Estados Unidos, Francia, India y Reino Unido escucharon el discurso de los lugareños, vistieron casi todos de blanco, y cumplieron con el ritual de dejar flores blancas en homenaje a sus seres queridos.
Las autoridades locales y la misma comunidad de Ban Nam Khem, que vive principalmente de su reconstruida capacidad turística, organizaron varias exposiciones en el lugar, que incluyeron muestras fotográficas, ilustraciones e información sobre los tsunamis.
A diferencia del 26 de diciembre de 2004, hoy en cada esquina de esta localidad hay señalizaciones para conseguir con facilidad las rutas de evacuación en caso de tsunamis, un signo que se repite en la hilera de hoteles que se construyeron nuevamente frente al mar de Andamán.
Ceremonias de recordación
Además de esta ceremonia, en Tailandia tuvieron lugar varios actos de conmemoración, incluido uno en la también azotada y cercana localidad de Khao Lak, que estuvo encabezado por autoridades nacionales y representantes de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN).
A las 7:58 hora de Indonesia del 26 de diciembre de 2004, un poderoso terremoto de magnitud 9,1 sacudió el lecho marino a una profundidad de 30 kilómetros y con epicentro a unos 120 kilómetros al oeste de la isla de Sumatra.
Este sismo desató una serie de tsunamis que causaron la muerte de 167.000 personas en Indonesia, unas 35.000 en Sri Lanka, 16.000 en India y 8.200 en Tailandia, además de causar víctimas en otros diez países.
Fuente: EFE.