El 12 de mayo pasado, se publicó en la prensa local e internacional el informe de los expertos independientes encargados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre la pandemia Covid-19, que, a la fecha, ha matado a más de 3,3 millones de personas y destruido la economía mundial, y que, concluye, afirmando, “podría haberse evitado”.
En el referido documento, piden urgentemente amplias reformas de los sistemas de alerta y prevención. El procedimiento utilizado por la OMS para afrontar pandemias es insatisfactorio y debe ser modificado para hacer frente a la próxima que llegue. Los países también han sido responsables cuando optaron por “esperar a ver lo que pasaba”, sin tomar medidas urgentes y efectivas.
La República de China (Taiwán) fue la excepción de esta mala gestión. Y eso, a pesar de su relativa cercanía (1.010 km aproximadamente) con el lugar donde se originó la pandemia: Wuhan, China Popular.
Gracias a la experiencia de Taiwán en la lucha contra el brote del SARS de 2003, las autoridades sanitarias de la isla no ignoraron las alarmas detectadas, lo que permitió un diagnóstico de la enfermedad emergente que precisó el alcance y la gravedad de esta.
Recibí las noticias en tu celular, unite al canal de ÚH en WhatsAppEsas informaciones acentuaron el seguimiento del desarrollo de la enfermedad desde el 31 de diciembre de 2019 y, motivaron, la adopción de medidas de contención de salud pública desde que se detectó el primer caso en Taiwán, el 21 de enero de 2020.
Las cifras son elocuentes: Al 22 de abril de 2021, en Taiwán se habían confirmado 1.086 casos, incluidos 11 fallecimientos.
La vida y el trabajo continuaron sin restricciones o cuarentenas para la mayoría de la población. Taiwán contuvo el Covid-19 desde el comienzo de la pandemia, habiendo conseguido también un récord de 253 días sin ningún caso de transmisión local entre abril y diciembre del 2020. Señalemos que la población actual, estimada, de Taiwán es de más de 23.000.000 de habitantes.
Al haber introducido Taiwán medidas de control de salud pública de manera temprana y efectiva, ha logrado mitigar el impacto económico del Covid-19.
Los informes oficiales de Taiwán indican –en sentido contrario a la mayor parte de la economía mundial– el crecimiento del PIB del año 2020 en, aproximadamente, 3,11 por ciento, con un crecimiento aún mayor del 4,94 por ciento en el cuarto trimestre.
De hecho, en ningún momento Taiwán ha restringido el derecho de las personas a la libertad de expresión, reunión o participación en la vida pública.
Sin embargo, aun con estos antecedentes en el combate de la pandemia, las solicitudes de Taiwán, para incorporarse a la OMS, no han encontrado el eco esperado y, por razones ideológicas y políticas, ajenas al interés de la protección de la salud de la humanidad, dichas solicitudes, han sido rechazadas.
El éxito de las políticas públicas sanitarias de Taiwán, en el combate a la pandemia de Covid-19, es un argumento de tal magnitud que es inconcebible que la OMS no la cuente entre sus miembros y aproveche su formidable capacidad y experiencia, así como su idoneidad para la investigación y producción de terapias y herramientas asociadas (incluidas dos vacunas contra el Covid-19 actualmente en la fase 2).
La comunidad internacional requiere contar en la OMS con la presencia de Taiwán para beneficio de la humanidad. Los países del mundo libre, liderados otra vez por la administración progresista del presidente Biden de los Estados Unidos de América, deben presionar para permitir la incorporación de la República de China (Taiwán) a la OMS, habida cuenta de su brillante gestión en el combate al Covid-19, realzada aún más por el decepcionante informe de los expertos independientes mencionado.
El ingreso de Taiwán a la OMS es impostergable en beneficio de la salud de la humanidad.