La orden, emitida por el ministro de Economía de los talibanes, Qari Din Mohammad Hanif, solicita a todas las organizaciones no gubernamentales de carácter nacional e internacional que despidan a sus empleadas por considerar que no están cumpliendo con las leyes islámicas al no usar velo.
“Con el fin de cumplir con su responsabilidad de implementar las normas y reglamentos del Emirato Islámico de Afganistán (como se autodenominan los talibanes), se instruyó a todas las oenegés a suspender todos los trabajos de sus trabajadoras mujeres hasta nuevo aviso”, indica la misiva.
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En caso de que retrasen en implementar esta norma, “se cancelará la licencia de la organización emitida por este ministerio”, concluye la orden.
Esta nueva condena a la libertad de las mujeres afganas se produce pocos días después de que los talibanes excluyesen a las mujeres de la universidad, una orden que sucede a la prohibición a la educación secundaria femenina impuesta desde que los talibanes llegaron al poder en agosto de 2021.
Este sábado los fundamentalistas reprimieron en la ciudad occidental de Herat una protesta de decenas de mujeres que se manifestaban en contra del veto a las instituciones universitarias.
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Desde la llegada al poder de los fundamentalistas hace un año y medio, las mujeres han experimentado cómo sus derechos se reducían en Afganistán con restricciones, como la segregación por sexos en lugares públicos, la imposición del velo o la obligación de ir acompañadas por un familiar masculino en trayectos largos.
La realidad que viven las afganas al día de hoy se asemeja cada vez más a la época del primer régimen de entre 1996 y 2001, cuando con base en una rígida interpretación del islam y su estricto código social, conocido como pastunwali, prohibieron la asistencia femenina a las escuelas y recluyeron a las mujeres en el hogar.