Por el lado de las tasas de interés, hay indicaciones de la Reserva Federal de EEUU que a partir de setiembre iniciará una reducción gradual de su tasa de política monetaria, dado que la tasa de inflación en EEUU ha acelerado su ritmo de reducción en los últimos meses y la actividad económica viene mostrando señales de desaceleración, con crecientes probabilidades de recesión hacia principios del próximo año. De manera inmediata, las especulaciones se trasladaron hacía cuál es la tasa neutral de política monetaria de la FED, lo cual está provocando cierta volatilidad en las tasas de largo plazo en las últimas semanas. Por otro lado, el Banco Central del Japón, que viene rezagado en su proceso de ajuste de tasas, aumentó su tasa de política monetaria. En los últimos años, el Japón ha sido una fuente de dinero barato, que fue aprovechado por inversionistas para tomar fondos en yenes a corto plazo e invertir en dólares o euros en EEUU o Europa (una operación conocida en la jerga financiera como “carry trade”), operaciones que alcanzaron volúmenes significativos y que, ante los cambios en las tasas de política monetaria del Japón, versus las de EEUU y Europa, se volvieron altamente riesgosas. El proceso de deshacer estas posiciones por parte de los inversionistas, sumado a preocupaciones sobre las valuaciones de los activos en las principales plazas financieras, provocaron grandes fluctuaciones de precios que fueron disipándose en las últimas semanas, una vez que los inversionistas han ajustado sus expectativas y los mercados han procesado estos cambios de informaciones. Como resultado, el dólar se ha depreciado frente a las principales monedas y las tasas de interés a largo plazo se ubicaron por debajo del 4% en las últimas semanas, lo que es positivo para nuestro país, ya que se suma a la reciente mejora en la calificación de riesgo soberano, lo cual seguirá impulsando menores costos financieros en los próximos meses, tanto para el sector público como el privado.
Por el lado de los commodities, en especial de la soja, la tendencia y los cambios recientes en los precios no son alentadores. La producción mundial está creciendo más rápidamente que el consumo y, con la reciente revisión de la producción americana por parte del USDA, se proyecta un aumento en la relación de stocks y consumo mundiales, lo cual provocó una caída importante en los precios de la soja en Chicago, reforzando una tendencia que ya venía desde principios de año. En los últimos días, los precios se ubicaron en torno a los USD 350/360 por tonelada en Chicago, similares a los observados en los años previos a la pandemia, y es una información que deberá ser tomada en cuenta por los productores en sus decisiones de siembra en la región del Mercosur para la zafra que está empezando. Como telón de fondo están las proyecciones climáticas que si bien son muy aleatorias, indican la probable entrada del fenómeno de La Niña con cierta intensidad en los últimos meses de este año, pudiendo afectar a la soja en sus periodos críticos de desarrollo.