Los especialistas advierten del riesgo de infección, inflamación e incluso de la potencial pérdida de visión.
La reciente condena de prisión contra un hombre estadounidense con un globo ocular tatuado puso en cuestión esta inusual forma de decoración facial que empezó a usarse hace una década, pero que cada vez tiene más adeptos.
Jason Barnum, un estadounidense de 39 años que se declaró culpable de intentar asesinar a un policía, tiene tatuada la mitad de su cara y parte de su cabeza.
Los dibujos simulan una calavera: la mandíbula huesuda, los dientes en sus mejillas y la cavidad orbitaria en negro. Y dentro de ésta un globo ocular totalmente manchado de tinta, tatuado completamente en negro, sin una pizca del blanco original, para simular el vacío.
Contemporáneamente, el primero en experimentar con el teñido total del ojo fue el tatuador australiano que se hace llamar Luna Cobra, hace diez años.
Su técnica, se modificó con los años, e incluye la inyección de pigmento directamente en el globo ocular, de manera que éste quede bajo la delgada membrana que cubre el ojo, la conjuntiva.
La Asociación Americana de Optometría condena inequívocamente la práctica, porque genera riesgos de infección, inflamación e incluso ceguera.
“Mi consejo es que no se haga hasta que haya suficientes garantías, teniendo en cuenta la potencial pérdida de visión”, dice en ese sentido Jeffrey Walline, el presidente del Contact Lens and Cornea Council de Estados Unidos.
La preocupación es tal, que en varios estados de EEUU se está debatiendo una posible prohibición de los tatuajes oculares.