El octavo disco de Taylor Swift, un trabajo mucho más intimista y alternativo que sus anteriores, se anunció con tan solo 15 horas de antelación a su lanzamiento pero consiguió unir el aclamo de la crítica con el éxito comercial ya que, a falta de que se confirmen las estadísticas oficiales, sería el álbum de 2020 más vendido.
De las 2 millones de copias despachadas, 1,3 lo hicieron durante las primeras 24 horas de lanzamiento, indicó la discográfica de Swift Republic Records en un comunicado.
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En esa misma jornada, la autora de 1989 batió el récord del mejor debut para una cantante en la plataforma Spotify, con 80,6 millones de escuchas en un día, y otros 35,4 millones en su competidor Apple Music.
Con esos números, Swift se posicionaría claramente por delante de otros grandes estrenos musicales de este año como Chromatica de Lady Gaga, que vendió casi 300.000 unidades en sus primeros siete días, y del rapero Juice WRLD, cuyo álbum póstumo “Legends Never Die” estaba en primera posición con 500.000 copias.
Pero además del éxito comercial, algo que acompañó a la artista desde que diese un giro a su carrera hacia el público de masas con trabajos como Red, este sorprendente trabajo despertó alabanzas de una crítica que había relegado a la cantante a un plano más comercial e inmediato.
Con una media de sobresaliente en las calificaciones de la crítica, publicaciones especializadas como Rolling Stone, The Guardian y NME otorgaron a Folklore notas de 5 y 4,5 estrellas (sobre cinco), y la revista independiente Pitchfork lo llevó al 8 sobre 10.
Según aseguraba la cantante, el disco es el resultado de tres meses de trabajo “en aislamiento”, durante la crisis del coronavirus, en el que ella misma escribió y grabó los 16 temas, contando con colaboradores como Aaron Dessner, Jack Antonoff, William Bowery y Bon Iver, con quien canta “Exile”.