17 jun. 2025

Telescopio James Webb explorará el espacio más tiempo de lo previsto

La vida científica del telescopio James Webb está condicionada, en buena medida, por el combustible que use para llegar a su ubicación y los expertos creen que, gracias al buen despegue, debería tener suficiente como para operar “bastante más” de los diez años marcados como objetivo.

El James Webb partió al espacio el pasado 24 de diciembre en un lanzamiento “absolutamente perfecto”, según dijo ese día el máximo responsable de Arianespace, Stéphane Israël, compañía encargada del despegue en un Ariane V.

La Agencia Espacial Europea (ESA) y la estadounidense NASA señalaron el miércoles en sus cuentas en redes sociales que, tras analizar su trayectoria inicial, han determinado que el observatorio “debería tener suficiente propulsor para apoyar las operaciones científicas en órbita durante bastante más de 10 años de vida útil”.

El que será sucesor del mítico Hubble tuvo que recurrir a la propulsión, como estaba previsto, tras el lanzamiento y los días 25 y 27 para sendas maniobras de corrección del rumbo hacia su ubicación final, a 1,5 millones de kilómetros de la Tierra.

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El análisis muestra que se necesita “menos propulsor del previsto originalmente” para corregir la trayectoria hacia su órbita final alrededor de L2, destacó la NASA en su página web.

Por consiguiente, Webb “tendrá mucho más que la estimación básica de propulsor, aunque muchos factores podrían afectar en última instancia a la duración del funcionamiento”. Debido al punto desde el que operará, el nuevo telescopio necesita propulsión no solo en algunos momentos de su viaje, sino también periódicamente para corregir y mantener correctamente la órbita y orientación en el espacio, una vez que llegue a L2.

Cuando el combustible se acabe ya no será posible hacerlo y la misión habrá terminado. La base mínima es de cinco años, aunque los expertos consideraban factible hasta una década y, ahora, con los datos de uso real de la propulsión, estiman que podría operar “bastante más” de una década.

El combustible extra con que cuenta el telescopio más grande y potente lanzado al espacio se debe, “en gran medida” a la precisión del “lanzamiento”, que “superó los requisitos” para poner al Webb en la trayectoria correcta, y de la primera maniobra de corrección, explicó la NASA. “La inyección perfecta del Ariane 5 dará más vida a Webb y, por tanto, más tiempo para descubrir el Universo”, destacó en Twitter el responsable de Arianespace.

CONSTRUCCIÓN. Concebido por la NASA después del lanzamiento de Hubble en 1990 y construido a partir de 2003, con la colaboración de las agencias espaciales europea ESA y canadiense CSA, el James Webb se distingue en más de un aspecto.

El tamaño de su espejo, de 6,5 metros de diámetro, le confiere tres veces más superficie y siete veces mayor sensibilidad, suficiente para detectar la señal térmica de un abejorro en la Luna.

Otra diferencia es su modo de observación. El Hubble escruta el espacio a través de la luz visible, pero el James Webb se aventura a una amplitud de onda que escapa al ojo humano: el infrarrojo cercano y medio, una radiación que emite naturalmente todo tipo de cuerpos, desde astros a humanos o flores.

VERÁ COSAS NUEVAS. Esta luz será estudiada por cuatro instrumentos, equipados de procesadores de imágenes y espectrómetros para diseccionarla mejor.

Gracias a ello, “mirando los mismos objetos (que con Hubble), veremos cosas nuevas”, explicó en París el astrónomo Pierre Ferruit, uno de los científicos a cargo del telescopio para ESA.

Entre ellos están las primeras galaxias, objetos cuyo alejamiento ha hecho que su luz se traslade hacia el rojo. O las jóvenes colonias de estrellas, que crecen camufladas por nubes de polvo. O incluso la atmósfera de exoplanetas. Una condición imprescindible para el buen funcionamiento del James Webb es una temperatura ambiente tan baja que no complique el examen de la luz.