Jackman ha interpretado seis veces a este personaje y es el nexo de unión entre la primera saga protagonizada por Patrick Stewart e Ian McKellen y la segunda, rejuvenecida, con James McAvoy y Michael Fassbender como cabeza de cartel.
Su personaje es el único que se mantiene en las dos versiones de la misma historia y, pese a su esfuerzo y al exotismo que supone situar la historia en Japón, “The Wolverine” parece un mero aperitivo ante la nueva entrega de X-Men, prevista para 2014.
Con la excepción de unas breves apariciones en sueños de Famke Janssen en el papel de Jean Grey, Jackman se rodea de nuevos compañeros en esta aventura.
Rila Fukushima, Tao Okamoto, Svetlana Khodchenckova, Will Yun Lee o Hal Yamanouchi son algunos de los nuevos nombres que acompañan a Jackman en esta aventura que se inicia con una secuencia trepidante en la que Wolverine está en la Segunda Guerra Mundial.
Un comienzo engañoso para lo que después ofrece el filme, muy centrado en la parte humana y más intimista de un héroe que ve amenazado su poder.
Y que continúa en duelo por la muerte de Jean, cuya presencia en esta película es tan testimonial como absurda.
De ahí que la película parezca el periodo de luto por el que debe pasar el protagonista por la muerte de su amada para que, probablemente, en la siguiente entrega de los X-Men vuelva por donde solía y recupere esa ironía en la que reside gran parte de su encanto.
Pero más allá de los problemas internos del personaje, la narración de “The Wolverine” resulta plana, poco original y con unos malos que no suponen el necesario desafío para el protagonista.
El director, James Mangold (“Girl, interrupted”) ni siquiera le saca partido a un escenario como Japón, que podía haber supuesto un contraste espectacular con el mundo en el que se mueve Wolverine.
Lo que hace que, por mucho que Jackman se esfuerce, el resultado solo satisfará a sus más rendidos admiradores.
“The Wolverine” se estrena mañana en todo el mundo precedida de una gran expectación.
Por Alicia García de Francisco