El libro que inspiró la obra de Steven Spielberg –la novela homónima de Peter Benchley– está basado en un incidente de 1916, cuando un tiburón blanco atacó a nadadores en la costa de Nueva Jersey. La película se convirtió en la más taquillera de todos los tiempos –cosechó 470 millones– hasta la irrupción de su amigo George Lucas y su flamante Star Wars.
Para la película se construyeron tres réplicas de tiburones a tamaño real con accionamiento neumático: Un tiburón tipo trineo acuático sin vientre que era arrastrado por un cable de cien metros y dos tiburones sobre plataforma
Se exhibió por primera vez un 20 de junio de 1975 en Nueva York, causando gran impacto, al igual que en la actualidad. “No recuerdo si vi Tiburón en el cine Premier o Guaraní, pero sí que la vi cuando era un éxito rotundo. Me impactó. Salí de la sala shockeado, le creí todo”, recuerda el cineasta Juan Carlos Maneglia. Para el director de 7 Cajas, “actoralmente está maravillosamente bien ‘cerrado’. La volví a ver hace cuatro años, y sí, algunas escenas me parecieron ‘truchas’, pero en su época, me impactaron”, dice.
Maneglia rescata la maestría de Spielberg, sobre todo en cómo arma las escenas y su manejo del relato. “Sabe perfectamente cómo contar, dónde poner la cámara, y tiene evidentemente la escena en su cabeza”, detalla.
El director de Los Buscadores, resalta que Tiburón tiene un ritmo perfecto. “Aunque él (Spielberg) era muy joven, tenía 27 años, ya tenía toda esa esencia que después la desarrolló en sus otras películas, y la verdad es un maestro de maestros”, sostiene.
OBSTÁCULOS. Para el cineasta es importante rescatar el hecho de los problemas que tuvieron que enfrentar durante la filmación, sobre todo con los tiburones mecánicos que se estropeaban con el agua salada del mar.
“Ante estos problemas, Spielberg le hizo aparecer poco al tiburón, y eso hizo florecer más el relato. Al no poder mostrar tanto al pez, jugó con el suspenso, y eso sumó a que el público se imaginara cómo era el animal, y así lo hacía más Hitchconiano; no lo ves pero percibís la presencia”, analiza Maneglia, al tiempo de elogiar el aporte de la música de John Williams; una simple alternancia de dos notas musicales. “Hace que las escenas tengan tanta potencia, y crea esa sensación de que el tiburón se está acercando, que algo malo va a pasar”, señala.
APORTE. “Sabemos que el ataque del filme Tiburón en 1975 fue un éxito y catapultó al joven Spielberg. Se cuentan muchas cosas de su realización, pero es bueno saber que forma parte del gran cambio del cine norteamericano de los 70”, reflexiona el cineasta Ray Armele.
“La fórmula comercial de los grandes estudios dio paso a un nuevo cine donde el talento de guionistas y directores empezó a ser más valorado y así tuvieron más libertad para tomar decisiones, tanto en el rodaje como en la edición final”, cuenta.
Y Spielberg tuvo esa libertad. “Por ejemplo, en la novela de Benchley hay fuerte influencia de Un enemigo del pueblo de Ibsen que se diluyó mucho en la película. También desapareció el triángulo amoroso muy al estilo Hollywood policía-esposa-científico, y con ello evitó la restricción a menores y amplió posibilidades de taquilla”, señala Armele
Universal confió en Tiburón y triplicó el presupuesto original de USD 3 millones, teniendo como antecedente a Paramount que con un proyecto clase B, como El padrino, había obtenido éxito en manos de Ford Coppola.
Anécdotas
Entre las diversas historias en torno a la filmación, figura que ante las dificultades técnicas del tiburón robot construido para la película, los responsables buscaron contratar a un ‘domador de tiburones’, para introducir tiburones reales para el rodaje. La filmación en el mar provocó retrasos: Se colaban barcos en pantalla, las cámaras se mojaban y una vez el barco Orca comenzó a hundirse con los actores a bordo. De las 12 horas de trabajo al día, solo 4 eran de filmación.