Así lo afirma un análisis publicado este lunes por la revista Current Biology, elaborado dentro del proyecto Global Shark Trends Project (GSTP) de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) y coincidiendo con la apertura del congreso de esta organización en Marsella (sureste de Francia).
El informe aporta datos de casi 1.200 especies, de las cuales 391 están incluidas en las categorías de amenaza fijadas por la Lista Roja de la UICN: 90 figuran en peligro crítico, 121 en peligro y 180 en situación de vulnerabilidad.
La reducción y posible desaparición de estas especies de vertebrados “pone en peligro la salud de los ecosistemas oceánicos enteros y la seguridad alimentaria de muchas naciones del mundo”, advierte en el estudio Nicholas Dulvy, profesor de la Universidad Simon Fraser de Canadá.
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En el caso de las rayas o rajiformes, el 41% —de las 611 especies conocidas— se encuentran bajo amenaza, al igual que el 36% de los tiburones o selacimorfos —536 especies registradas— y el 9% de las quimeras o quimeriformes, 52 especies.
Entre los más amenazados están los peces sierra, los peces guitarra gigantes, las rayas diablo y las rayas águila pelágicas.
Dulvy celebra que en los últimos tiempos se haya “duplicado el número de contribuciones científicas sobre los condrictios” porque así es más factible lograr un “análisis global” más preciso sobre el estado de estas especies, pero dibuja un panorama “sombrío” para lo que considera “uno de los linajes de vertebrados más amenazados” del planeta.
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La investigación duró ocho años y en ella trabajaron 322 expertos, cuyas evaluaciones demostraron que los condrictios “presentan una vulnerabilidad excepcional” a la sobrepesca, debido a que “crecen muy despacio y tienen pocas crías”.
En especial, los escualos y las rayas son animales marinos muy “apreciados” comercialmente y, por ello, capturados para aprovechar su carne, cuero, aletas y branquias o utilizados en diversas actividades de pesca submarina y buceo.
De esta forma, su sobreexplotación “desbordó la gestión eficaz de los recursos”, según el análisis, por no hablar de la degradación de su hábitat y los efectos del cambio climático y la contaminación.
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Los investigadores que participaron en este informe acusan a los gobiernos de haber actuado “poco” para paliar los riesgos a los que se enfrentan estas especies, ya que “no prestan atención a los consejos científicos” que recomiendan minimizar su mortalidad y terminar con su explotación insostenible.
Uno de estos especialistas es el profesor adjunto de la Universidad James Cook de Australia Colin Simpfendorfer, quien insistió en que la mayor amenaza para estas especies es la pesca intensiva “durante más de un siglo” por parte de flotas que “se comprometieron a mejorar, pero siguen estando mal gestionadas”.
Por eso, los niveles de riesgo son “desproporcionadamente altos”, sobre todo en las zonas de aguas costeras tropicales y subtropicales, donde tres cuartas partes de estas especies se encuentran amenazadas y, al menos tres en concreto, “posiblemente extintas”.
La presidenta de la organización Shark Advocates International, Sonja Fordham, ha indicado que la publicación del GSTP es “alarmante” pero a la vez “ofrece cierta esperanza”, pues no solo detectó amenazas para el ecosistema marino, sino que también constató “una importante recuperación de especies de rayas explotadas” precisamente gracias a las recomendaciones de los científicos.