Si bien los informes del Banco Central del Paraguay (BCP) hablan de que la inflación esta controlada y cerrará el año dentro de las metas establecidas para el consumidor poco o nada sirve dicho informe, pues en su experiencia diaria su dinero cada vez rinde menos y alcanza para comprar solo algunos productos muy esenciales para la alimentación diaria.
El consumidor paraguayo concentra sus compras en no más de 50 productos y entre los que no debe faltar están los cortes de carne, panificados, lácteos, verduras, embutidos, pastas y los productos de limpieza e higiene personal.
Cualquier variación en los precios comprendidos dentro de estos grupos de productos incide directamente en el poder de compra de las personas. Si los precios bajan, la posibilidad de adquirir más productos aumenta, pero si suben los precios, se encienden las alarmas de consumidor.
En las últimas semanas el precio del tomate y carne tomaron protagonismo e incluso fue objeto de fuertes intercambios de pareceres entre los distribuidores y los productores.
Para el productor y las autoridades del MAG aún hay suficiente hortalizas en las fincas para abastecer a los centros comerciales. Sin embargo, los comerciantes alegan que hay faltante del producto y por ello, los precios están subiendo de manera significativa.
Para los importadores la única manera de normalizar los precios de las hortalizas es permitiendo el ingreso desde los países vecinos. Mientras, las autoridades de control prefieren analizar un poco más antes de tomar una determinación. Durante este debate es el consumidor quien paga las consecuencias de elevados precios.
Es habitual que a finales de cada año el precio de los productos de mayor consumo experimenten subas, como consecuencia del pago de aguinaldos a los trabajadores y bonificaciones a los jubilados.
Los comerciantes saben que el consumidor tiene una mayor cantidad de dinero en su bolsillo y esto induce a una suba artificial de los precios a medida que se acercan las fiestas de fin año.
Si bien el tomate es uno de los productos estrellas del momento, los cortes de carne tampoco se quedan atrás. Hay argumentos para justificar los el sobrecosto de los cortes vacunos, pero en algunos casos superan las expectativas de los consumidores.
Desde la Sedeco solo hablan de un monitoreo de precios, pues las normas locales no permites la fijación de precios a los productos, pues se rigen por la libre de oferta y demanda.
Ante esta situación, los consumidores demandan una mayor presencia del Estado en el mercado de tal suerte a facilitar la comercialización de los productos que ayuden a evitar una cadena de intermediación que solo encarecen los precios. Las ventas directas de productos desde las fincas al consumidor está dando resultados interesantes, pero se realiza solo esporádicamente.
El Gobierno debería poner mayor interés en facilitar las ventas de los productos en la cadenas establecidas legalmente, pues caso contrario el consumidor se ve obligado a recurrir a los mercados informales, en donde eventualmente se pueden conseguir precios más bajos.
Esto implica para el Fisco una pérdida importante de ingresos en impuestos, pues normalmente en los mercados informales no se emiten facturas ni comprobantes de ventas.
Además, esta situación incómoda a los comercios que operan legalmente, pues el Fisco les exige a ellos cumplir con las todas leyes mientras que los locales informales tienen cero costo impositivo. La presencia del Estado puede ayudar a celebrar las fiestas sin mayores especulaciones.