El agua es sinónimo de vida y tranquilidad; sin embargo, el avance del cambio climático —causado principalmente por el ser humano— amenaza la disponibilidad de los recursos naturales disponibles para la existencia de la Tierra.
Esta vez, la sequía se apodera del Titicaca, considerado el lago navegable más alto del mundo y el más grande de Sudamérica.
Una publicación de CNN se hace eco de las partes del lago mostrando fotos de una superficie completamente seca, donde incluso se ve a un hombre caminando sobre él.
La rápida disminución de sus aguas “mágicas”, que por mucho tiempo atrajo a turistas de varias partes del mundo, se debe a una ola de calor invernal nunca antes visto, afectando también al turismo, la pesca y la agricultura, de las que dependen más de tres millones de personas que viven alrededor del lago, de acuerdo con CNN.
El también conocido como “mar interno” tiene una extensión de más de 8.200 kilómetros cuadrados a lo largo de la frontera de Perú y Bolivia y es hogar de comunidades indígenas de aymaras, quechuas y uros.
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El lago se encuentra a una altitud cerca de 3.800 metros en la cordillera central de los Andes; por ello, es conocido como el cuerpo navegable más alto del mundo.
En una entrevista con el medio internacional, Sixto Flores, director en Puno del Servicio Nacional de Meteorología e Hidrología de Perú (Senamhi), manifestó que las precipitaciones en la zona fueron un 49% menos desde agosto del 2022 hasta marzo del 2023, periodo en el cual el nivel de sus aguas suelen recuperarse tras el verano.
A esta reducción también se le suma el factor de que el lago se expone a altos niveles de radiación solar provocando que la evaporación sea más agresiva.
Fotografías satelitales tomadas cada año, durante 28 años (de 1992 al 2020), muestran que el lago Titicaca pierde alrededor de 120 millones de toneladas métricas de agua, cuyos expertos explican que esto se debe principalmente por las variaciones en las precipitaciones y la escorrentía.
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Mientras el lago corre el riesgo de perder su magia, los pobladores también deben luchar en medio de la sequía que se suma a la disminución de la población pesquera por culpa de la contaminación y la sobrepesca.
Gran parte de la cosecha de cultivos de quinua y papa también han sufrido gravemente por la sequía.
Asimismo, los barcos turistas ya no pueden navegar por los canales debido a la reducción de sus aguas.
Esta sequía se presenta como una advertencia de las consecuencias que podrían acarrear la pérdida del agua provocando olas de migración, como lo ocurrido en 1991, cuando las personas se vieron obligadas a abandonar sus hogares porque la economía de subsistencia colapsó por la falta de alimentos.