“La ingestión de los plásticos no es la mayor amenaza en las especies, pero su presencia en cada una de las tortugas es preocupante”, dijo Mark Hamman, de la Universidad James Cook (JCU), que participó en el estudio.
Los científicos hallaron unas 800 partículas sintéticas en las 102 tortugas analizadas, pero su cantidad podría ser 20 veces mayor ya que solamente analizaron una parte del estómago de estos animales, según un comunicado de la JCU.
Las tortugas con una mayor cantidad de partículas sintéticas fueron las del Mediterráneo, según el estudio publicado en la revista Global Change Biology y que fue liderado por la Universidad de Exeter y el Laboratorio Marino Plymouth, de Reino Unido, en colaboración con Greenpeace.
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Hamman remarcó que se desconocen los efectos en las tortugas de la ingestión de microplásticos, pero señaló que los ejemplares más jóvenes serían los más vulnerables.
Los microplásticos provienen de la rotura de trozos grandes –como bolsas o botellas– o de cremas exfoliantes, geles, pasta de dientes y detergentes, o de las fibras de la ropa, neumáticos, filtros de cigarros, redes de pesca y que son tan pequeños que no se pueden eliminar mediante el tratamiento de aguas.
“Su tamaño diminuto supone que estos entran en el estómago sin causar un bloqueo, como sucede con los trozos grandes”, explicó la líder del estudio, Emily Duncan de la Universidad de Exeter, que apuntó a un posible efecto más sutil de los microplásticos.
“Puede que transporten contaminantes, bacterias o virus, o que afecten a la tortuga a nivel celular o subcelular”, añadió la bióloga.
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Los expertos aún no saben cómo estas partículas sintéticas entran en las tortugas aunque consideran como vías probables la contaminación del agua del mar y de sedimentos, o a través de la ingesta de presas o plantas.
Según la ONU, cada año se vierten en los océanos ocho millones de toneladas de plástico, lo que amenaza la vida marina y humana y destruye los ecosistemas naturales.