07 ene. 2025

Todas las mañanas son 6 de enero en el mundo

La música folclórica paraguaya ha dejado invalorables obras para el legado nacional y universal. Mburicaó, India, el poema sinfónico María de la Paz, Tren Lechero, Pájaro Campana y una importante cantidad de composiciones engrosan esta lista de creaciones de diversos autores, ya sea en el país o durante el largo exilio impuesto por la dictadura.

Y hay otras con tinte más popular que han sobrevivido y se convierten en auténticos himnos durante cierta época del año.

Este es el caso particular de la música 6 de enero , que mañana será reproducida por doquier conmemorando la llegada de los Reyes Magos. Para quienes no la conocen, ya que no todo el mundo puede saber de lo que uno habla, la música en cuestión cuenta la historia de un niño que ve cómo la mañana del 6 de enero sus amiguitos y conocidos pasan raudamente junto a él, exhibiendo sus regalos de Reyes.

La de estupefacción se va apoderando del niño, quien en medio de una creciente tristeza le dice a su mamá “qué malos son los Reyes no me trajo ni un autito/ comprámena mamíta, aipotánteko chave”.

Particularmente creo que la versión del duo Quintana-Escalante es la que mejor describe los sentimientos que el poeta Clementino Ocampos plasmó los versos que escribió allá por 1945, año más, año menos.

Al terminar de escuchar la canción, uno se siente como cuando el T1000, el robot antagonista de Terminaitor II recibía uno de esos escopetazos que lo destrozaban y luego tenía que volver a juntar los pedacitos uno por uno. En síntesis deja ku’i total el alma llena de suspiros.

El mismo autor de la letra, que también era sastre, creó las estrofas basadas en su experiencia personal. Un día antes, el 5 de enero, aguardaba el pago por un trabajo de parte de un cliente.

Sin embargo, tal pago no ocurrió y no logró que los Reyes le trajera un regalito a su hijita. La niña de tres años con pesadumbre le preguntaba ¿qué onda con su loreye ?

La música no solo golpea fuerte por su letra, sino porque describe una realidad que ocurre con muchos niños en el país y en el mundo en dicha fecha.

Aquellos que todo el año hicieron su esfuerzo por portarse bien y que al llegar la mañana mágica, solo encuentran el vacío y respuestas erráticas a sus preguntas.

Es difícil no pensar en ellos cuando yendo en estos días por la calle una gran variedad de juguetes son ofertados en la vereda, para todos los gustos y billeteras.

A partir de este año la oferta también incluye un espectáculo pugilístico entre los venderores en plena vía pública. Pero esto último no es lo más recomendable para niños.

Al menos en esta parte del mundo, la tradición de la llegada de los Reyes Magos sigue siendo cara a los afectos y ligadas a bellos recuerdos.

Más de uno recordará cómo la ilusión estaba presente los días previos. También los planes fallidos de intentar aguantar el sueño durante la noche para ver en vivo y en directo a Melchor, Gaspar y Baltasar.

Y sobre todo, el despertar de aquella mañana al encontrar al lado de los zapatos los regalos, la carta ya leída y la desaparición misteriosa del agua y el pasto.

Una vez una prima me había dicho que ellos llegaban desde el cielo, bajando con sus camellos a través de un camino luminoso.

Durante años antes de dormir esa noche previa, miraba un rato al cielo para intentar ver dicho camino. Y lo mismo hacía al despertarme durante esa noche.

Hay quienes se oponen a alimentar la ilusión de los niños en esta fecha. Lo dicen como si ellos hubiesen nacido con el don de saber y como si nunca se hubieran ilusionado con sus ex o sus candidatos a algún zoquete electoral.

Admítalo. También sintió un crash dentro suyo cuando al final, luego de que ya haya cumplido cierta edad, le hayan dicho la verdad sobre los Reyes Magos. Pero todos sabemos que los Reyes Magos, en realidad, son... (se acabó el espacio).

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