Susana Oviedo
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Gustavo Gómez (uruguayo), del Observatorio Latinoamericano de Regulación, Medios y Convergencia (Observacom), es uno de los tres expertos contratados por la Unesco (siglas en inglés de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura) para elaborar un estudio acerca de la concentración de medios y la libertad de expresión. El avance se presentó el mes pasado en Asunción, durante las Jornadas de Celebración del Día Mundial de la Libertad de Prensa, organizadas por la Mesa Interinstitucional para la Seguridad de Periodistas. Gómez también trabaja en un informe técnico solicitado por la Unesco sobre la situación de Paraguay en cinco áreas vinculadas con la libertad de expresión. Esta investigación en un par de meses se publicará en un libro. Conversamos con él sobre el contenido del documento y la situación del presidente Horacio Cartes, cuyo grupo empresarial adquirió varios medios.
–¿Qué se puede resaltar del informe sobre Paraguay?
–Estamos todavía en etapa de procesamiento de la información reunida. Pero los entrevistados marcaron preocupaciones en algunos de estos puntos. Por ejemplo, en el ámbito de los medios comunitarios, la existencia de un marco legal discriminatorio que no cumple con los estándares internacionales en la materia.
La existencia de medios públicos, en particular en televisión a partir del 2011, desde el punto de vista institucional tampoco cumpliría con los estándares. No tienen las previsiones institucionales para darle independencia de parte del gobierno de turno. Son coincidentes las informaciones respecto a una fuerte concentración mediática, particularmente en la televisión, con la existencia de básicamente tres grupos económicos multimedia.
–Entre ellos, está el presidente de la República...
–Esta es una problemática que a Unesco le importa mucho. Que no haya diversidad o pluralismo en una democracia es una afectación muy grave. Todos los ciudadanos deben estar informados debidamente. Los índices de concentración son muy elevados en Paraguay, con el agregado además de que estas empresas tienen intereses en otras áreas de la economía. Es decir, no solamente son multimedios, sino que tienen intereses en otras áreas, y eso confunde a lo que está detrás de las coberturas periodísticas, o genera dudas sobre estas.
Observamos la necesidad de una profunda revisión de los estatutos de Conatel, un organismo clave, porque aplica la legislación en la materia y no tiene la salvaguarda suficiente para evitar interferencias gubernamentales. También tomamos nota de la cantidad de medios de comunicación que tendría el propio presidente de la República a través de familiares o testaferros. En la Conatel el presidente de la República elige a los directores, lo cual no da las garantías de autonomía e independencia que debería tener una entidad que maneja la complejidad y la sensibilidad de un área como la de los medios de comunicación.
–Con respecto a los países de la región, ¿cómo estamos en Paraguay en cuanto a concentración de medios?
–Estamos ante una situación que está presente en varios países de la región. Yo diría una concentración muy fuerte, que tiene muchos años, que se encuentra consolidada, y que además está creciendo.
Los pocos grupos de medios que tienen concentración están adquiriendo más, o sea, están adquiriendo nuevos medios o están pasando a tener además empresas de telecomunicaciones o, al revés, empresas muy importantes de telecomunicaciones que se vuelvan al mercado de la televisión. Son incluso mucho más poderosas que las nacionales que concentran también muchos medios.
El estudio lo que busca es generar algunas recomendaciones a los Estados parte de la Unesco de modo que, si no se puede revertir la situación, por lo menos evitar que aumente. Creemos que la legislación en América Latina es muy pobre y débil en este sentido. No hay voluntad o condiciones para hacer cumplir la ley.
–¿Se refiere a las leyes antimonopolio?
–En todos nuestros países tenemos leyes que establecen límites a la cantidad de frecuencias que puede tener una persona. Pero todos sabemos que eso en la realidad no funciona. Paraguay de hecho tiene la limitación de una sola televisora por empresa y todos sabemos que a través de testaferros, familiares, adquieren más medios de lo que deben. Es una regulación que debe revisarse urgentemente, si pensamos que tiene que haber una diversidad y pluralismo en nuestros sistemas de medios.
Tampoco funciona bien la contracara: facilitar el acceso a más y a nuevos operadores.
–¿A qué se refiere?
–A la regulación. A veces el espectro radioeléctrico es suficiente para nuevos actores. Pero, por ejemplo, con la televisión digital se ponen pretextos técnicos para evitar el ingreso de nuevos actores, comunitarios o comerciales, que puedan competir y dar más diversidad frente a los actores que ya están en el mercado.
–¿Cómo afrontar una situación como esta, si ya hay un proceso de concentración consolidado de años?
–El problema de la concentración de medios es que es además una concentración económica y política. Son personas o empresas que se acostumbraron a esos privilegios, que no quieren soltar, y que se oponen al concurso de otros actores. A la hora de buscar algunas alternativas, están desde cuestiones como transparencia hasta condiciones que se les ponen a estos agentes dominantes para permitir que su peso no sea tan determinante en la sociedad. Hay ejemplos en el mundo de desinversión. Cuando se pasa determinada cantidad de medios, hay que desinvertir, devolver esos medios, venderlos.
–¿Como hizo la Argentina?
–Es lo que intentó Argentina y es lo que intenta Uruguay con una ley de medios. Y hay ejemplos también en Brasil y en México. Desinversiones o división en la propiedad para que no haya concentración. No se los expropia, pero se les pide que adecuen su propiedad a los nuevos límites establecidos.
Hay una serie de medidas prácticas que tienen que ver con cómo potenciar a los nuevos que entran o quieren ingresar a este ámbito. En México, cuando a los dominantes no se puede hacer desinvertir todo lo que deberían, se les ponen condiciones más onerosas que a los que no tienen poder. Si se tiene un servicio de televisión por cable, se le pide que transporte gratuitamente a otros servicios de televisión.
Si el grupo tiene una situación dominante en un mercado, no puede comprar derechos de exclusividad en la transmisión de fútbol. Entonces, no hay expropiaciones, pero se le ponen condiciones para que el peso de dominanza no sea tan fuerte frente a otros competidores. Aun cuando se permitan nuevos operadores y frecuencias, es solamente un primer paso, porque los que están ya tienen 40/50 años.
Ya hay una marca instalada, anunciantes capturados, y gente que está acostumbrada a sintonizar tal o cual medio. El que entra, lo hace con un desbalance, por lo que no podrá sobrevivir si no hay un Estado que apoye efectivamente la pluralidad.