El Refugio de Vida Silvestre Playa Hermosa-Punta Mala, creado en 1998 en el Pacífico de Costa Rica, es uno de los sitios de anidación de tortugas marinas en el país, el cual busca intensificar sus esfuerzos de conservación con un vivero que garantiza el nacimiento de cientos de tortugas y también poniendo especial atención en la educación de las nuevas generaciones.
EL MILAGRO DE LA VIDA
La temporada de anidación de la tortuga lora (“Lepidochelys olivácea”) en este refugio va de julio a diciembre, una época en la que los guardaparques deben redoblar esfuerzos durante las noches y madrugadas para proteger numerosos nidos cada noche y trasladar cierta cantidad de huevos a un vivero donde las tortugas nacerán en unos 45 días.
El administrador del refugio Playa Hermosa-Punta Mala, Mauricio Salazar, explicó a EFE que una vez nacidas, las tortugas son liberadas en la arena para que sigan su instinto y se dirijan al mar de la manera más natural posible que las circunstancias lo permiten.
“Estamos liberando los neonatos que nacieron dentro del vivero, que es un área delimitada y monitoreada para el control y vigilancia de los huevos”, comentó Salazar.
En esta liberación de tortugas, de la que EFE fue testigo, un total de 157 neonatos fueron colocados en la arena y todos se desplazaron hacia el agua para comenzar una fuerte lucha por la supervivencia en la naturaleza.
Cada tortuga puede poner más de 100 huevos en una noche y que cada temporada esa tortuga es capaz de anidar unas cuatro veces.
Las investigaciones indican que cerca del 85% de los huevos de un nido llegan a eclosionar, pero solo una de cada mil tortugas se convertirá en adulta.
El gran enigma de la anidación de las tortugas marinas es por qué regresan a las aguas de Costa Rica para aparearse y luego anidar en la misma playa cada año, sobre todo porque se conoce que estos animales se desplazan a grandes distancias en el Pacífico hasta las lejanas Islas Galápagos.
LA AMENAZA DEL MERCADO NEGRO DE HUEVOS DE TORTUGA
Las autoridades costarricenses están conscientes de que la falta de personal es uno de los grandes desafíos y que, a pesar del compromiso y dedicación de los guardaparques, suelen haber constantes saqueos de nidos, una actividad ilegal que abastece un mercado negro de huevos de tortuga.
Los “hueveros”, como le llaman popularmente a los saqueadores, aprovechan las oscuras noches a lo largo de kilómetros de playa para seguir el rastro de las tortugas y llevarse los huevos de los nidos.
“La extracción de huevos ilegal es una amenaza muy fuerte, muy latente. Se da mucho por desconocimiento de las personas. Es un asunto de comercialización en bares y cantinas y además la gente tiene la creencia de que el huevo de tortuga es un potenciador sexual, lo cual no es cierto”, manifestó Salazar.
Según el guía turístico Raúl Fernández, aunque estos huevos sí son más nutritivos que los de la gallina, también es cierto que contienen una serie de bacterias peligrosas para el ser humano.
Fernández lamentó que durante sus recorridos por la playa es común que encuentre nidos saqueados.
LA EDUCACIÓN, FACTOR CLAVE PARA UN CAMBIO
Los guardaparques y guías turísticos también ejercen una labor social en la que promueven la educación ambiental en las escuelas, con fin de que las nuevas generaciones desarrollen una mentalidad conservacionista, alejada de prácticas como el saqueo de nidos de tortuga.
El Sistema Nacional de Áreas de Conservación del Ministerio de Ambiente, anunció esta semana la primera alianza público privada con la empresa ferretera EPA, con el fin de recaudar al menos 100.000 dólares que serán invertidos en programas de educación ambiental en escuelas y comunidades.
“Queremos promover la educación ambiental desde una corta edad para crear una conciencia en los niños desde preescolar, hasta la universidad, de que todos tenemos que luchar, y de que es una responsabilidad de todos los ciudadanos cuidar la biodiversidad que tenemos”, dijo a Efe la directora ejecutiva del Sistema Nacional de Áreas de Conservación de Costa Rica (Sinac), Grettel Vega.
Esta mentalidad es particularmente importante en un país como Costa Rica, al que este año le fue otorgado el premio Campeón de la Tierra, máximo galardón del Programa de Naciones Unidas para el Medio ambiente, como un reconocimiento a sus políticas de protección de la naturaleza y su compromiso con la lucha contra la crisis climática.
Este país centroamericano de 5 millones de habitantes mantiene bajo protección el 25% de su territorio, aproximadamente, y alberga entre el 5% y el 6% de la biodiversidad mundial.