Aquí se sale y se retorna con nocturnidad y alevosía como lo hicieron los 15 legisladores que en alegre caravana como buenos canallas se marcharon de paseo a Washington con el cuento de “ir a ver las elecciones”. En verdad, se fueron de vacaciones y de joda. Fueron descubiertos por la prensa que preguntó quién pagó el paseo en yate por el Río Potomac, la visita a la estatua de Rocky en Filadelfia y una foto en el mall de la capital de los EEUU.
La presidencia de diputados con Latorre a la cabeza se hizo de la desentendida hasta que varios días después afirmó que se gastaron más de 266 millones de guaraníes en pasajes, viáticos y el paseo. Un escándalo de verdad.
No salíamos aún del autoaumento para combustibles y el seguro privado de salud para ellos cuando nos salieron con este nuevo insulto a sus mandantes. A los que les pagan con sus tributos todos estos privilegios de casta con las que nos restriegan a los “comunes” su condición de mandatarios.
La caradurez es extrema y el insulto a la racionalidad y las necesidades de la gente inconmensurables. Están a punto de marcharse de vacaciones por 70 días tiempo durante el cual les pagaremos el salario, la jubilación, el seguro privado y los combustibles, pero quieren en tiempo ordinario disfrutar de lo mismo con iguales beneficios.
No se contentan con lo que tienen y van a por más. Entre ellos hay quienes son incapaces de hilar una idea, parlamentar de ningún tema y asustados por el lugar al que llegaron reírse de quienes los eligieron para marcharse de vacaciones en cualquier tiempo y lugar. Estos legisladores sinvergüenzas tienen una caradurez sin límites respaldándose en la supuesta ley que ellos mismos se atribuyen para esquilmar los pocos recursos que se tienen para invertir en educación, salud u obras públicas. Para todo eso queda el endeudamiento que ya supera el 40% del PIB y van a por más.
A comienzos de la transición democrática, un legislador de dinero bautizó con el nombre de “teruco tour” un viaje en un modesto bus con destino a Punta del Este. Aquello fue un escándalo que frente al actual sería una ópera bufa de escasa monta.
Ya no se contentan solo con viajar sino que le agregan insultos y amenazas en el aeropuerto de Panamá y en el avión que casi acaba con sus protagonistas en tierra. La senadora Celeste Amarilla, combativa y frontal, se unió al grupo de la clarinada del IFES y también pidió pasaje y viático total los del TSJE habitués de estos viajes e “invitaciones” corrientemente le meten la mano en la lata de nuestros tributos. Ella –más que nadie– debe devolver lo que le dieron indignamente. Puede ser justo pero no es ético.
No hay observadores electorales con ese estatus en las elecciones de los EEUU por lo tanto si alguien te invita deben pagar los costos de tu traslado. Es ético y necesario en un congreso derruido desde adentro con pico y pala por unos legisladores que parecen no entender su rol de mandatarios y se comportan como mandantes. Se nos han retobado y si las pocas voces críticas se alinean con ese comportamiento, pocas esperanzas nos quedan de cara al futuro. Celeste Amarilla devuelva el pasaje y los viáticos porque no es ético y además cuestan menos que una de las carteras con la que va a las sesiones del Congreso. Necesitamos un tour de dignidad y ética que espante los fantasmas que ocupan nuestros espacios cívicos. El Congreso tiene 70 días para buscar uno y lavarse con agua bendita. Hay que hacerlo rápido antes de que los castigadores del sistema fortalezcan sus argumentos y comportamientos destinados para acabar con la República en el sumidero de la historia. Recuperar la dignidad es también una cuestión de gestos. Devuelvan el dinero que llevaron para dejar de ser considerados ladrones del erario.