El estudio, denominado “Tendencias emergentes en el tráfico ilegal de animales en Mesoamérica”, establece que dentro de las especies en riesgo hay pájaros, anfibios y reptiles que son capturados en su hábitat natural y posteriormente son vendidos como mascotas “en naciones como Estados Unidos”.
Uno de los coautores del estudio, el investigador guatemalteco Daniel Ariano, le explicó a EFE este sábado que el tráfico ilegal de vida silvestre “es uno de los negocios ilegales más lucrativos a nivel mundial”, incluso “comparable con el tráfico de drogas”.
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En la región centroamericana, los grupos criminales organizados que trafican animales “están teniendo una organización más compleja con el tiempo, de manera similar a como están los cárteles de narcotráfico”, enfatizó el guatemalteco, coordinador del Área de Ecología y Conservación en el Centro de Estudios Ambientales y Biodiversidad de la Universidad del Valle, centro de estudios participante en la investigación.
Ariano, miembro de la Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de Guatemala, aseguró que “el tráfico ilegal de vida silvestre causa extinción de especies y sobre todo, en el contexto de la pandemia, incrementa el riesgo del aparecimiento de alguna enfermedad transmisible al humano a partir de esta vida silvestre traficada”.
El investigador sostuvo que la pandemia con sus implicaciones y restricciones —como el toque de queda parcial vespertino decretado en Guatemala desde el 22 de marzo o la prohibición al tránsito interdepartamental en el mismo país— “ha tenido un efecto positivo en cuanto a hacer más difícil el tráfico de vida silvestre a nivel mundial”.
Otra coautora del estudio, Alejandra Goyenechea, recordó que Mesoamérica, que va desde la región central de México hasta el Norte de Costa Rica, es “una de las regiones más diversas del mundo, con riqueza en biodiversidad”, por lo que el tráfico ilegal de animales “pone en riesgo el balance del ecosistema”.
Tendencias emergentes
Liderado por el Imperial College de Londres, el estudio identificó 15 tendencias “emergentes de tráfico de vida silvestre” en el istmo, con especial énfasis en especies raras y recientemente descritas de anfibios y reptiles endémicas, aves y mamíferos pequeños (como guacamayas y monos capuchinos), especies marinas (como pepinos de mar) y maderas tropicales “de alto valor comercial”.
La investigación identificó el incremento en la última década, pero especialmente en el último lustro, de la “conexión y profesionalismo de los criminales dentro de la región” a través de “puntos ciegos” fronterizos, así como una mayor “accesibilidad” a las zonas naturales debido a “la deforestación y el avance de la frontera agropecuaria”.
El estudio fue publicado esta semana en el diario de conservación ambiental Oryx y contó con “un análisis sistemático” de información con el uso de “tecnología e innovación"- El interés y la disposición de los Gobiernos por detener este flagelo existe, a criterio de Ariano, aunque este observa una marcada “carencia de recursos”, que contrasta con “personal muy comprometido con la causa”.
“Debemos repensar nuestra relación con la naturaleza, transformándola desde una visión extractivista, utilitaria y explotadora, hacia una visión más holística e integral basada en la comprensión de que somos parte de un sistema global en el que todo está relacionado y que lo que afecte a alguna parte de este sistema, a la larga, nos afectará a nosotros, la especie humana”, concluyó el investigador.