09 sept. 2024

Tras el rostro olvidado de los yshir

Visitando Puerto Esperanza, Karcha Bahlut, Puerto Pollo y Puerto Diana es posible dimensionar el abandono en que se encuentran los Yshir, con amenazas que ponen en riesgo su tierra, su subsistencia y su cultura.

Amanece. El tremendo sol gigante y rojo se asoma imponente sobre el horizonte de karanda’y. Solo algunos ladridos rompen la calma de la mañana, mientras poco a poco comienzan a circular algunas motos que darán vida a la ciudad de las casas de madera.

Las curtidas manos de la chamán Judit Martínez no solo saben curar todo tipo de males. También saben tejer las hojas del karanday (Copernicia alba) para fabricar pantallas o sombreros, que terminaran en manos de los visitantes. La venta de artesanías es una de las fuentes de ingreso de los Yshir.

Las curtidas manos de la chamán Judit Martínez no solo saben curar todo tipo de males. También saben tejer las hojas del karanday (Copernicia alba) para fabricar pantallas o sombreros, que terminaran en manos de los visitantes. La venta de artesanías es una de las fuentes de ingreso de los Yshir.

Foto: Fernando Franceschelli

La tierra blanca y seca se levanta a cada paso que damos, dejando estelas que se resisten a disiparse.

La superficie agrietada del gris suelo chaqueño, es un buen indicador de la magnitud de la falta de lluvia que azota en esta época del año a la región. Si bien las faltas cíclicas de lluvia en el pantanal son normales, la de este año es de una magnitud inusual.

La superficie agrietada del gris suelo chaqueño, es un buen indicador de la magnitud de la falta de lluvia que azota en esta época del año a la región. Si bien las faltas cíclicas de lluvia en el pantanal son normales, la de este año es de una magnitud inusual.

Foto: Fernando Franceschelli

El polvo lo inunda todo.

Entrada la mañana, en un viaje de unos 30 kilómetros por un camino de tierra alucinante, recto y silencioso se llega a Puerto Esperanza: Intchta en idioma yshir.

Por la tarde a la salida de la escuela, los adolescentes se ponen en contacto con los medios disponibles a pesar de los crónicos cortes del servicio de telefonía e Internet que sufre la zona.

Por la tarde a la salida de la escuela, los adolescentes se ponen en contacto con los medios disponibles a pesar de los crónicos cortes del servicio de telefonía e Internet que sufre la zona.

En el camino nos sorprende una fauna que como capitalinos anestesiados nos resulta increíble. Tujujus cuarteleros se espantan en bandadas gigantes. Escurridizos aguaras aparecen y hasta un ciervo de los pantanos se asoma al camino. Nos observan con desprecio y huyen hacia la invisibilidad del monte.

Un Tatu Bolita (Tolypeutes tricinctus) Es exhibido como la mascota de la casa en Karcha Bahlut. Probablemente en un futuro no muy lejano, termine siendo parte de la dieta de la familia.

Un Tatu Bolita (Tolypeutes tricinctus) Es exhibido como la mascota de la casa en Karcha Bahlut. Probablemente en un futuro no muy lejano, termine siendo parte de la dieta de la familia.

Foto: Fernando Franceschelli

Puerto Esperanza es una comunidad con unas 250 familias. Nos reciben las enormes sonrisas de los niños, que corretean alrededor gritando y mirando a los visitantes con curiosidad.

La recolección de leña para la cocción de alimentos es una tarea realizada por hombre y mujeres, incluso de avanzada edad. La madera para la quema, es indispensable puesto que la comunidad no cuenta con provisión de energía eléctrica; tampoco de agua potable.

La recolección de leña para la cocción de alimentos es una tarea realizada por hombre y mujeres, incluso de avanzada edad. La madera para la quema, es indispensable puesto que la comunidad no cuenta con provisión de energía eléctrica; tampoco de agua potable.

Foto: Fernando Franceschelli

Los líderes relatan el problema de la deforestación, provocada por la industria agroganadera que los rodea; la amenaza constante de la pérdida de su tierra, producto de la prepotencia y la avaricia; la falta de agua potable que ya ha enfermado a muchos, y la carencia de energía eléctrica que dificulta hasta las actividades más elementales. Irónica situación, en el país que produce la mayor cantidad de energía hidroeléctrica en el mundo.

El pescado es fundamental en la dieta de los Yshir. En Karcha Bahlut, la pesca dura prácticamente todo el día y no solo sirve para el alimento. También representa una de sus principales fuentes de ingresos.

El pescado es fundamental en la dieta de los Yshir. En Karcha Bahlut, la pesca dura prácticamente todo el día y no solo sirve para el alimento. También representa una de sus principales fuentes de ingresos.

Foto: Fernando Franceschelli

Alguien repara su red de pesca, tal vez la actividad de subsistencia más importante del lugar. Alguien teje las hojas del karanda’y que luego se convertirán en sombreros o cestos de una minuciosidad y belleza increíbles, y que terminarán en manos de forasteros por muy poco dinero.

En Puerto Diana 100 familias luchan por no perder su tierra, amenazadas por poderosos, a veces extranjeros, que ponen constantemente en duda la propiedad de una tierra que por historia y por ley pertenece al pueblo Yshir.

Dionisio Ferreira, líder de la comunidad Puerto Pollo, se toma un descanso de las tareas domésticas, para hablar de las carencias que sufren y la indiferencia de un estado que no protege a los Yshir.

Dionisio Ferreira, líder de la comunidad Puerto Pollo, se toma un descanso de las tareas domésticas, para hablar de las carencias que sufren y la indiferencia de un estado que no protege a los Yshir.

Foto: Fernando Franceschelli

Una pareja de ancianos chamanes que curan con sus manos reclaman que todos los asuncenos llegan para tomarles fotos, luego se van y nada cambia.

Un camino abierto sin permiso por un estanciero extranjero se adentra en territorio de la comunidad, poniendo en peligro la provisión de miel, de animales de caza y del valioso karaguata con el que se producen artesanías de altísimo valor estético.

En Puerto Pollo y en Puerto 14 de Mayo —Karcha Bahlut en lengua yshir—, la situación no es diferente. Aún hoy la provisión de energía eléctrica no existe. La de agua potable tampoco. El aislamiento es casi constante y llegar a Bahía Negra es posible solo mediante el barco Aquidabán, una vez a la semana desde Concepción. Por vía terrestre, cuando las lluvias o las crecidas lo permiten, únicamente en vehículos 4 x 4 o en colectivos de la empresa Stel Turismo los sábados. Se realizan también vuelos del Servicio de Transporte Aéreo Militar (Setam) los miércoles. Sin embargo, como la pista de aterrizaje es de tierra, si llueve no es posible utilizarla.

El Aquidaban recorre las aguas del río paraguay desde Concepción a Bahía Negra, desde hace unos 60 años. Hoy es la principal vía de provisión de mercaderías al corazón del pantanal. En sus bodegas se acarrean materiales de construcción, artículos de mercería, ropa, calzados y comida de todo tipo.

El Aquidaban recorre las aguas del río paraguay desde Concepción a Bahía Negra, desde hace unos 60 años. Hoy es la principal vía de provisión de mercaderías al corazón del pantanal. En sus bodegas se acarrean materiales de construcción, artículos de mercería, ropa, calzados y comida de todo tipo.

Foto: Fernando Franceschelli

Es viernes. El Aquidabán ha llegado y por fin se escucha bullicio frente a la ciudad. Toneladas de mercaderías comienzan a ser bajadas a tierra. Frutas y verduras, lácteos, ropa y calzados. Materiales de construcción y cantidades impresionantes de cerveza se descargan rápidamente de este supermercado flotante. El hormiguero humano se apodera de la embarcación por poco tiempo y al final de la tarde el barco parte río abajo liviano, casi vacío. El bullicio se apacigua al igual que el sol y el calor. Algunos bostezan, los chicos juegan fútbol. Las adolescentes revisan sus teléfonos celulares y un par de predicadores notablemente rubios pasan raudamente desentonando en el paisaje, cual extraterrestres con casco.

El interior del Aquidaban es como un mercado flotante

El interior del Aquidaban es como un mercado flotante

Foto: Fernando Franceschelli

Abandonar el Pantanal es como irse de la casa paterna. Nos dejará con la desazón que produce la nostalgia de lo que fue y también con la alegría de saber que en algún lugar se guarda aún un corazón salvaje, que late vigoroso e irradia vida.

Los rastros del paso del fuego en el camino que une Puerto Diana con Puerto Esperanza se observan a simple vista. Los incendios forestales que comenzaron el pasado mes de agosto, aun no cesan.

Los rastros del paso del fuego en el camino que une Puerto Diana con Puerto Esperanza se observan a simple vista. Los incendios forestales que comenzaron el pasado mes de agosto, aun no cesan.

Foto: Fernando Franceschelli

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