El obispo de Caacupé, Ricardo Valenzuela, pidió a todos los feligreses durante este domingo “buscar y luchar por la verdadera paz”. Igualmente, instó a no caer en lo que el mundo ofrece.
Valenzuela dio como ejemplo a Cristo e indicó que “él es el gran restaurador de la paz y que, desde el pesebre hasta la cruz, trabajó por la paz reconciliando a todos los hombres con Dios”.
En ese sentido, Valenzuela mencionó que todos los seres buscan la paz y que cada uno la desea tener en su corazón, en el seno de cada familia y en la sociedad. Agregó que sin paz no hay felicidad ni progreso.
“Según San Agustín, la paz es la tranquilidad del orden y las personas que ocupan su lugar y hacen lo que deben, ahí hay paz. Si se produce el desorden, se producen la intranquilidad, la discrepancia y la guerra”, enfatizó el monseñor.
Al respecto, señaló que “la paz interior consiste en la orientación tranquila y estable de todas nuestras tendencias y deseos a Dios, quien es el orientador de todo lo que existe”, pero advirtió que todo desaparece “cuando la voluntad del hombre, en contra de la razón, se desvía de Dios y de su voluntad y va en busca de lo material que ofrece el mundo”.
El religioso enfatizó que “hay que querer desear la paz” y que sin voluntad no es posible la lucha.
“Para que haya paz es necesario que haya orden y jerarquía. Que cada elemento ocupe su lugar y cumpla su oficio”, aconsejó y acotó que es difícil mantener el orden “por la rebeldía de nuestras pasiones”.
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En otro momento de su homilía, dijo que la paz se aleja cada vez más de los corazones, y que no puede ser de otra manera,
“Estamos en un ambiente de decadencia moral, por la deshonestidad y la falta de ideales. Estamos sometidos a los vaivenes del mundo”, dijo.
Al respecto, recordó el asesinato en Colombia del fiscal Marcelo Pecci y el atentado fatal contra el intendente de Pedro Juan Caballero, José Carlos Acevedo, además del caso de la niña de 3 años que fue asesinada a golpes por su padrastro en Caaguazú.
También citó a los colegios donde se encontraron notas de amenazas de tiroteos y los otros abusos sexuales. “Esto nos hace pensar que la pesadilla ya comenzó. ¿Qué será lo que se viene más adelante?”, se preguntó.