La vida digital se volvió parte de la cotidianeidad. Es común compartir en las redes sociales la rutina diaria. Una práctica tan usual es publicar autorretratos, o selfies, que podría resultar insignificante, pero existe relación entre las autofotos editadas y con filtros con el descontento con el cuerpo. Varias veces esta práctica genera que algunos recurran a las manos de los cirujanos o, peor aún, presentan la enfermedad mental denominada síndrome dismórfico.
SÍNDROME DISMÓRFICO
La dismorfofobia es un cuadro clínico que debe ser evaluado y diagnosticado por un profesional de la salud mental y consiste en una preocupación excesiva de la persona hacia un defecto que pudiera tener en su aspecto físico, pero en la realidad no es percibido por otros.
“La persona afirma o tiene la idea de que tiene algún defecto en su cuerpo, con lo cual no está conforme, se siente molesta y constantemente vive pensando que eso no está bien”, dice Celeste Estrada, sicóloga clínica.
Según la especialista en salud mental, a la par esto genera un malestar significativo o deterioro en sí en la vida social de esa persona.
“Por citar otros ejemplos de este tipo de comportamientos, es posible que la persona esté utilizando constantemente maquillaje para tapar la imperfección que ella misma está observando, buscar tratamientos estéticos constantemente y, en los casos más extremos, recurrir a la cirugía constante”, cita la experta.
Las personas con este trastorno tienen una dificultad con la autoaceptación. Son personas que no están satisfechas con la manera en que lucen o se perciben a sí mismas. “Están constantemente criticando a su propio cuerpo, están vulnerándose a sí mismas”, explica la sicóloga.
UN PENSAMIENTO IRREAL
Las redes sociales llevan a un pensamiento irreal. Con un filtro puede llegar a cambiar la apariencia física, cubriendo las imperfecciones o lo que se considera imperfección, pero no es. “Lo que vemos en redes sociales no necesariamente nos representa la realidad de nuestra vida”.
Existe la posibilidad de que una persona esté necesitando la cirugía con fines médicos, pero también la otra que no esté necesitando, sino que lo está haciendo para calmar la ansiedad o está buscando la perfección. “Porque ella misma está percibiendo que está ese defecto con el cual no se siente cómoda y no acepta como parte de sí misma”.
Cabe mencionar que dos de cada tres personas desarrollan este trastorno en la adolescencia. “El adolescente comienza a pasar por ese proceso de cambio físico y junto con ello a desarrollar un sistema de creencias que bien pueden estar influenciadas por su medioambiente”.
También se debe tener un énfasis en el desarrollo del trastorno en la importancia social que se le da a la estética, especialmente el daño que pueden llegar a ocasionar los medios de comunicación, la industria de la moda y las redes sociales, donde empujan o quieren forjar los ideales de belleza inalcanzables.
“En donde la persona está siendo bombardeada constantemente con estos mensajes en la búsqueda de la perfección y en la búsqueda de algo que no podría llegar a ser realista y todos están siendo influenciados con fines de mercadeo, dejando un mensaje implícito en busca de la perfección”, refiere Estrada.
MÁS ALLÁ DE LO ESTÉTICO
Los filtros de las redes sociales dejan ver a la persona completamente maquillada, con labios gruesos, nariz pequeña y pómulos marcados, incluso cuando ella no llevaba ni una gota de maquillaje, ideales para una inspiración de las cirugías plásticas.
Al respecto, el cirujano plástico Gregorio Martínez confirma que muchas personas están implementando la práctica en el país. “Muchos colegas están usando los filtros. Considero válidos si son imágenes verdaderas, que solo utilizan estas técnicas para mejorar la imagen del paciente”.
En muchas ocasiones, la gente que quiere sentirse a gusto con su figura se deja llevar por falsas promesas y propuestas increíbles que no se acercan a la realidad. “Si las mismas son falsas, considero que es un engaño para los pacientes”, dice el cirujano.
El galeno hace hincapié en que los filtros de las redes sociales pueden ser utilizados como parámetros para las cirugías, pero sin engañar al paciente. “Los filtros son útiles si es que los mismos muestran casos reales. Si se muestran resultados exagerados en los cuales se alzan imágenes que están fuera de la realidad es un engaño a las personas. Pues se les crea una falsa expectativa”, enfatiza.
En el mundo, esta tendencia suele darse más en técnicas de relleno de labios, aunque también son regulares los tratamientos antiedad, aplicación de bótox, modificación de la nariz, pómulos y mentón. La inspiración de redes sociales encabeza entre las causas del aumento de procedimientos.
SIN FILTROS
Con el fin de cambiar su política de bienestar, Instagram anunció que eliminaría de su plataforma los filtros que simularan una cirugía plástica; muchos filtros ya no pueden ser utilizados en todo el mundo desde mayo pasado, pero aún quedan muchos que modifican la estructura facial.
El exceso de filtros en las fotografías distorsiona la percepción sobre la belleza. ¿Hasta dónde llegarías para verte como en las imágenes de las redes sociales?
Prevención del trastorno
En cuanto a la prevención se deberían generar ambientes saludables desde pequeños y en la adolescencia. Brindar apoyo, vías de comunicación, establecimientos y límites muy importantes para que vayan forjando un criterio propio, para que puedan aprender a cuestionar los mensajes que vienen del exterior. Es vital la validación que los padres les dan a los hijos en cuanto a la cuestión de aceptación incondicional de su propio cuerpo.