El presidente Santiago Peña cuenta con condiciones inmejorables para gobernar; no obstante, ha decidido hacerlo de espaldas a las necesidades del pueblo; el proyecto de ley de la reforma del tren de cercanías es un ejemplo de ello, y para eso está contando con el apoyo total del Congreso.
Después del estrepitoso fracaso del plan con el Gobierno de Corea del Sur y en tiempo récord, los parlamentarios dieron luz verde al pedido del Poder Ejecutivo, a las apuradas, sin debate y desoyendo críticas, al igual que en Senadores, los diputados aprobaron un nuevo proyecto para la construcción del tren de cercanías. A partir de ahora, un proceso de licitación a empresas nacionales y extranjeras, cuyos plazos serán determinados por Ferrocarriles del Paraguay SA (Fepasa); asimismo, para su implementación, se autoriza a Fepasa a suscribir con el sector privado uno o más contratos de subconcesión, la cual podrá ser adjudicada como máximo por un plazo de 35 años. La iniciativa establece unir Asunción y Ypacaraí con un tren eléctrico utilizando las antiguas vías del ferrocarril; es un tramo de 43 km que requeriría una inversión de USD 600 millones.
El temor está fundado. En primer lugar se cuestionan la prisa, la falta de debate, el empecinamiento y el rechazo de escuchar los argumentos de quienes tienen cuestionamientos. En segundo lugar, se debe admitir el alto grado de suspicacia respecto de un proyecto que –trágicamente– puede tener el mismo final que tuvo el tristemente recordado Metrobús, proyecto impulsado por el gobierno de Cartes, y que causó perjuicios a los comercios que estaban ubicados en la zona de impacto, sin mencionar las irregularidades detectadas y la enorme deuda que quedó para el Estado paraguayo.
No obstante, lo que más causa preocupación es la certeza de que la clase política carece de información y de interés sobre las verdaderas necesidades de los paraguayos.
Aceptan a las apuradas un proyecto que no va a resolver los problemas de caos en el tráfico ni de movilidad en nuestras principales ciudades cercanas a la capital, ni en el resto del país, y sin objeciones están apuntando a un posible millonario endeudamiento.
El Metrobús tenía el potencial transformador a nivel urbano y pudo haber aportado a la calidad de vida de la ciudadanía. Como es sabido, uno de los servicios esenciales que afectan al bienestar de la gente es el transporte público; en el Paraguay, nuestro sistema es arcaico e ineficiente y un verdadero castigo para la población del país.
La población usuaria del transporte público pierde muchas horas para trasladarse de su hogar al trabajo y para luego regresar, esto afecta la salud física y mental, pero nada de esto importa ni al presidente ni a los parlamentarios que no utilizan el transporte público y solo votan por proyectos dudosos. Lo que necesitamos es que autoridades y funcionarios trabajen por el bienestar de la mayoría de la población, para asegurar su derecho a tener acceso a servicios públicos eficientes y que se respete su dignidad. La gente precisa bienestar y calidad de vida.