EFE
Tras un viaje de más de 4.800 kilómetros (3.000 millas), miembros de esta tribu nativa, cuyo territorio se ubica en el estado de Washington, cruzaron el país para llegar a las inmediaciones del Acuario de Miami y entonar canciones tradicionales con toques de tambor, acompañados de personas a favor de la liberación de la orca.
En honor a Tokitae, como los miembros de esta tribu llaman en su lengua nativa a Lolita, durante la concentración se mostró un tótem con la imagen de la orca, además de pancartas que pedían por la liberación del mamífero.
La veintena de personas que fue parte de la convocatoria, a pesar de las fuertes lluvias registradas por los efectos de la tormenta subtropical Alberto, urgieron a los propietarios del Miami. Seaquarium, el grupo español Parques Reunidos, que permitan que Lolita se reúna con su familia en el Mar de Salish, de donde fue separada a los cuatro años de edad.
“Ella es una parte preciosa de nuestra familia e importante para el ecosistema del Mar de Salish. Debemos traerla a casa para que se reúna con su familia”, destacó días atrás Jay Julius, jefe de la Nación Lummi, también conocida como “Gente del mar” y presente en la manifestación.
Julius señaló que para la tribu nativa es una “obligación sagrada” llevar de vuelta a Lolita a su “hogar”, en mar abierto, habida cuenta que desde hace décadas vive en un tanque en el que, denuncian, apenas puede nadar teniendo en cuenta que mide unos seis metros de largo.
El pasado mes de marzo, Julius y otros miembros de esta tribu realizaron una concentración para reclamar al Miami Seaquarium la puesta en libertad del mamífero y de la que fue parte el exalcalde de Miami Beach Philip Levine, candidato a la Gobernación de Florida en las elecciones de noviembre próximo.
En aquel entonces, y como lo había señalado antes, Levine criticó que el animal esté en cautiverio y calificó el caso de “esclavitud moderna”.
Según el grupo ambientalista People for Ethical Treatment of Animals (PETA), la orca lleva además una vida solitaria desde hace más de tres décadas, después de que su compañero Hugo se matara a golpes de cabeza contra el reducido estanque que compartían.